El secretario norteamericano de Defensa, Donald Rumsfeld, que ha comparecido públicamente por primera vez desde el incidente, ha confirmado los datos ofrecidos por los tripulantes y ha declarado que "este accidente" fue ocasionado por la actitud agresiva del "F-18" de Pekín.
"Durante 12 días se ha difundido sólo un lado de la historia, pero ahora que la tripulación está de regreso y segura en casa, tenemos la otra versión. Al fin de cuentas la verdad se abrirá paso" señaló, y ha aclarado que el choque fue "claramente un accidente".
Según las declaraciones hechas por los tripulantes del avión espía, en el momento del accidente volaban con el piloto automático, en línea recta, y no virando como han defendido en todo momento las autoridades chinas, cuando el caza chino se aproximó a gran velocidad con un ángulo de 45 grados, pasando por debajo de su ala izquierda y haciendo que su cola chocase con el motor izquierdo del aparato estadounidense.
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Durante el aterrizaje de emergencia, el avión giró hacia la izquierda y casi llegó a ponerse boca abajo, antes de que el piloto, Shane Osborn, recuperase el control.
Según lo relatado, Osborn estuvo a punto de ordenar a su tripulación que se tirara del avión en paracaídas para después, tras enderezar el avión, dirigirlo hacia el mar.
Finalmente, decidió que tenía posibilidades de aterrizar en la base militar de Lingshui, en la isla china de Hainan, a entre 40 y 50 millas de distancia, donde los 21 hombres y tres mujeres del avión permanecieron detenidos durante 11 días.
Se trata del primer informe oficial que ofrecen los tripulantes del avión espía, tras su llegada ayer a Hawai, donde permanecerán entre dos y tres días para explicar a las autoridades militares todos los detalles del accidente con un caza chino.