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Un Capitolio tomado y un vicepresidente en paradero desconocido

Las medidas de seguridad se reforzaron durante el ovacionado discurso del presidente

Aviones militares sobrevolaron Washington en momentos en que el presidente de EE UU, George W. Bush, iniciaba un discurso en el Congreso para explicar su estrategia ante los atentados terroristas de la semana pasada. La presencia de la fuerza aérea en los cielos de la capital estadounidense fue una nueva demostración de las medidas de seguridad que se incrementaron tras los ataques terroristas en Nueva York y en Washington.

Los cazas a reacción y los aviones radar (AWACS) iniciaron sus operaciones el miércoles pasado después de que el gobierno levantara el cierre temporal del espacio aéreo de Estados Unidos. También como medida de seguridad, el gobierno rompió la tradición de que el vicepresidente acompañara al presidente cuando éste se dirige al país desde la Cámara de Representantes.

El vicepresidente Cheney -que constitucionalmente es, además, el presidente del Senado-, se encuentra en un lugar no revelado por las autoridades de la Casa Blanca. Tampoco estuvo en la Cámara de Representantes el número dos de la bancada republicana, Dick Armey, quien como medida de precaución se encuentra también en un lugar no revelado del país, dijeron fuentes legislativas.

Continuidad asegurada

Tradicionalmente, cuando el presidente pronuncia un discurso de estas características, uno de los miembros de su gabinete se queda fuera del recinto legislativo para que, en el caso de que se produjera una catástrofe, esté asegurada la continuidad del Gobierno. La diferencia en este caso es que quien estuvo fuera del recinto ha sido el vicepresidente quien habitualmente suele ocupar su puesto de presidente de la Cámara Alta y se sienta junto al de la Cámara de Representantes, justo detrás de la tribuna de oradores.

Fleischer indicó que el hecho de que en esta ocasión sea Cheney quien no asista es un "recordatorio de lo que sería en esta situación". El puesto de Cheney fue ocupado por el senador demócrata por Virginia Occidental, Robert Byrd.

Quienes sí estaban en el Capitolio eran los invitados de honor del presidente estadounidenses. Desde el primer ministro británico, Tony Blair, quien horas antes se había entrevistado con Bush en la Casa Blanca, hasta el alcalde de Nueva York, Rudy Giulianni, el gobernador de este estado, George Pataki, y los grandes héroes domésticos de esta crisis: una representación de los agentes de la policía y el cuerpo de bomberos que están llevando a cabo las labores de rescate en la ciudad de Nueva York.

Las dos cámaras del Congreso recibieron al presidente Bush con una prolongada ovación en un ambiente de emoción por la tremenda repercusión en todo el país de los atentados terroristas. El discurso de 35 minutos fue interrumpido una treintena de ocasiones con ovaciones y vítores en una expresión de unidad de republicanos y demócratas y de respaldo al presidente en uno de los momentos de mayor conmoción de la historia del país.