El inesperado derrumbe de los talibanes, y especialmente la fulminante caída de Kabul, está precipitando los acontecimientos en Afganistán, donde las diferentes facciones pugnan por cubrir el vacío dejado por los talibanes. Esta mañana, el presidente afgano en el exilio, Burhanuddin Rabbani, ha anunciado, a través de su embajador en Tayikistán que vuelve hoy mismo a la capital como líder "de las provincias liberadas".
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Según el embajador afgano en la ciudad de Douchanbé, Said Ibragim Khikmat, Rabbani "va a dirigir las provincias ya liberadas y la toma de las que todavía están en poder de la milicia islamista". "La formación de un Gobierno tendrá lugar tras la desaparición de los talibanes", ha afirmado en cualquier caso el embajador afgano.
Estas afirmaciones contradicen lo afirmado ayer en Kabul por uno de los colaboradores más próximos de Rabbani, Younis Qanooni, quien había indicado que el jefe de Estado, destituido de su puesto por los talibanes en 1996, no tenía intención de retomar el poder.
Rabbani representa todavía al Gobierno legítimo de su país ante las Naciones Unidas. Según ha declarado hoy no se opone a que otro de los candidatos a ocupar el poder en el país, el anciano rey Mohammed Zaher, entre en Afganistán pero sólo como "ciudadano ordinario".
Elecciones en dos años
Desde la Alianza del Norte, su ministro de Asuntos Exteriores, Abdullah Abdullah, ha indicado por su parte que todos los grupos implicados podrían venir a Kabul para participar en la formación de un futuro Gobierno.
Otro de sus dirigentes, Yunis Qanooni, ha declarado hoy en Kabul que su formación es partidaria de un Gobierno interino hasta que se celebren elecciones dentro de dos años.