La conferencia auspiciada por la ONU para trazar el futuro político de Afganistán ha arrancado en Bonn en un claro ambiente de optimismo. El ministro de Asuntos Exteriores alemán, Joschka Fischer, ha inaugurado la conferencia, a la que asisten una treintena de representantes de las distintas etnias de Afganistán y en la que se buscará una fórmula para el futuro político del país.
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El encuentro arranca dos días después del despliegue de tropas terrestres estadounidenses cerca de Kandahar, el último bastión integrista. Algo que no va a interferir en la reunión de los distintos grupos afganos pero tampoco pasará desapercibida, como ha reconocido el portavoz del enviado de la ONU en Afganistán, el argelino Lajar Brahimi.
Las primeras horas de encuentro han sido muy "fructíferas" como demuestra el que las cuatro delegaciones afganas hayan aceptado por unanimidad la adopción de la agenda de trabajo marcada por la ONU para lograr la normalización del país.
Las conversaciones han arrancado de forma "muy rápida", ha declarado Ahmed Fawzi, portavoz del enviado de la ONU en Afganistán, Lekhdar Brahimi.
De acuerdo con Fawzi, las delegaciones han empezado a abordar la formación de un gobierno de transición, así como las necesarias medidas de seguridad.
Fawzi ha expresado su confianza en que en los próximos tres o cinco días se logre un primer acuerdo para formar una asamblea interina que administre Afganistán hasta la primavera.
Para entonces se celebraría la Loya Jirga, el gran consejo tribal, que formaría un gobierno de transición de dos años cuya tarea fundamental sería redactar una Constitución. Una vez logrado ese propósito, se convocará nuevamente la Loya Jirga que dará validez a la Constitución.
La Constitución que se redacte tiene que dar pleno reconocimiento a los derechos humanos, asegurar un sistema democrático, recoger la importancia de las buenas relaciones con los vecinos, reconocer y dar igualdad a la mujer y a las distintas etnias y hacer un compromiso claro contra el terrorismo, se produzca donde se produzca, ha dicho Fawzi.
El portavoz ha añadido que los jefes de las cuatro delegaciones afganas han aceptado por unanimidad esta propuesta formulada por Brahimi en la reunión.
Las cuatro delegaciones han expresado su voluntad de iniciar "una nueva era" en Afganistán ya que, en palabras de Fawzi, "todos tienen sed de paz".
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El ministro de Interior de la Alianza y jefe de Seguridad de Kabul, Yunis Qanuni, ha recordado que "estamos al principio de un nuevo periodo en Afganistán".
El representante de la Alianza Norte ha hecho votos para "no desaprovechar esa oportunidad de paz", que es "algo que nuestro país necesita desesperadamente después de tantos años de guerra, para nuestro desarrollo y dignidad".
El ministro de Interior de Kabul, quien ha tomado la palabra después del ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer, y el representante especial de la ONU para Afganistán, Lakhdar Brahimi, ha hablado en el idioma dari y ha sido el único entre los representantes de las delegaciones afganas que ha aludido al papel de la mujer.
"Volver de la Edad Media"
En el nuevo gobierno "tiene que quedar muy claro el papel que puede representar la mujer en el futuro de Afganistán", ha señalado, y ha dicho estar dispuesto a negociar un gobierno de transición de amplia base en el que todos los afganos se sientan representados. Qanuni, cuya intervención ha sido recibida con un aplauso general, añadió que su delegación quiere "devolver Afganistán a la comunidad internacional" y sacarla "de la Edad Media".
A continuación, en representación del rey Mohamed Zahir Shah y por el Grupo de Roma, ha hablado, asimismo en dari, Abdul Sattar Sirat, ex-ministro de Justicia bajo ese monarca, quien ha recordado el desastre en que vive sumido Afganistán, su degradación y la pérdida absoluta de los valores.
"No se trata sólo de la destrucción física, sino del aniquilamiento completo de varias generaciones de afganos", ha dicho, en alusión a los millones de refugiados. "No podemos desaprovechar esta oportunidad y espero que nuestros amigos de la comunidad internacional nos ayuden, especialmente Estados Unidos y la Unión Europea", ha continuado.
Por parte del denominado Grupo de Chipre, que reúne sobre todo a intelectuales en el exilio, tomó la palabra Humayum Jareer, quien ha apuntado a que el problema de Afganistán no es "local ni regional", sino internacional y que para resolverlo es necesario el apoyo de la comunidad internacional.
Finalmente, Sayed Hamed Gailani, de la Delegación de Peshawar, ha recordado que el sufrimiento y la destrucción en Afganistán tiene ya dos décadas, pero que hasta ahora el conflicto no había alcanzado una dimensión internacional.
"Desafortunadamente, hasta hace poco los afganos estábamos sumidos en el olvido del mundo. Luego llegó el 11 de septiembre", ha manifestado. Tras condenar esos ataques y solidarizarse con los familiares de las víctimas, ha dicho -midiendo mucho sus palabras-, que si algo positivo había dado el 11 de septiembre es que el mundo "había vuelto la cara hacia Afganistán".
Antes de que Afganistán deje de estar en la agenda política y el punto de mira periodístico, ha proseguido, hay que buscar soluciones a los problemas que arrastra el país.
Reunión con consejeros del Vaticano
Por su parte, el ex rey de Afganistán, Zahir Shah, ha recibido este martes en su residencia de Roma a una delegación de la Santa Sede, liderada por el arzobispo francés Jean-Louis Tauran, ministro de Asuntos Exteriores del Papa.
Durante el encuentro se ha abordado el tema de la conferencia interafgana, en la que participará una delegación de ocho personas en representación del ex monarca.
Mohammed Zahir, de 87 años, regresa a la escena política tras haber vivido 28 años en exilio en Italia. El ex rey, quien fue depuesto en 1973, es considerado una figura clave en la actual crisis internacional y las Naciones Unidas considera que podría contribuir a construir un Gobierno de transición tras la caída del régimen talibán.
Además de la Alianza del Norte y el ex rey, las otras dos delegaciones que asisten a Bonn el denominado grupo de Chipre, apoyado por Irán, y el de Peshawar, encabezado por el pashtún Sayed Hamed Gailani.