Los sindicatos italianos han salido a la calle en distintas manifestaciones a lo largo y ancho de toda Italia para expresar su rechazo al terrorismo y a las insinuaciones de algunos miembros del Gobierno de que su actitud favorece la violencia social.
Los tres grandes sindicatos -CGIL, CISL y UIL- son los convocantes de las protestas, que adoptan la forma de marchas en las que los participantes llevan velas o antorchas, un tipo de expresión que conecta con la tradición pacifista.
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El motivo concreto de la protesta es el asesinato, el pasado 19 de marzo, del consejero del Ministerio de Trabajo Marco Biagi, un acto que se ha atribuido las Brigadas Rojas y que ha elevado aún más la tensión social en Italia, ya alta por las diferencias que arrastran el Ejecutivo y los sindicatos desde hace tiempo.
La iniciativa fue adoptada por los líderes sindicales al día siguiente del asesinato de Biagi y cobra fuerza por el hecho de que, a diferencia de los que sucede habitualmente, los partidos políticos las secundan sin protagonismo alguno.
Las marchas de hoy son las primeras desde que la centrales sindicales acordaran ayer la convocatoria de una huelga general para el próximo 16 de abril. El paro anunciado será el primer de ocho horas que se convoca en el país en los últimos 20 años. Los motivos de esta convocatoria se refieren al artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores de 1970, que el Gobierno ha decidido suspender en tres supuestos por un periodo de cuatro años.
Verdadera oposición
Ello demuestra el papel relevante que los sindicatos tienen en la actualidad en Italia, donde en realidad ejercen la principal oposición al Gobierno de Silvio Berlusconi, por encima del bloque de partidos El Olivo, lastrado por diferencias internas.
La convocatoria de este paro general ha vuelto a exacerbar los ánimos de una parte de la coalición gobernante, que ya con anterioridad había criticado que la actitud opositora de las centrales favorecía la crispación y espoleaba el fenómeno terrorista.
Así se habían manifestado los ministros de Defensa, Antonio Martino, y de Reformas, Umberto Bossi, pero el propio Berlusconi ha reaccionado con dureza a la convocatoria de la huelga y ha llegado a asegurar que su Gobierno resistirá "a las manifestaciones y a las pistolas", una expresión que ha molestado aún más a los líderes sindicales.
Acercamientos
Con las manifestaciones de hoy los sindicatos quieren hacer patente su rechazo a la violencia, aunque la concertación social parece lejos de conseguirse, dado que el Gobierno está decidido a llevar adelante sus reformas y las centrales a mantener la huelga.
Aún así, desde el centroderecha hay dirigentes que abogan por un entendimiento con los sindicatos, ya que los presidentes de la Cámara y del Senado, Pierferdinando Casini y Marcello Pera, respectivamente, han enviado una carta a los líderes de CGIL, CISL y UIL en la que les reconocen un papel en la lucha contra el terrorismo.
También ha estado en esa línea el titular de Justicia, Roberto Castelli, para quien son "legítimas" las manifestaciones callejeras de las centrales, en alusión a la que organizó CGIL el sábado pasado en Roma y que congregó a casi dos millones de personas.
Uno de los aliados más firmes del Gobierno es el presidente de la patronal Confindustria, Antonio D'Amato, a quien le gusta la idea de Berlusconi de una mayor flexibilidad laboral y queha manifestado esta mañana que "dar empleo y bienestar al país es el mejor antídoto de la democracia contra el terrorismo".