Las organizaciones humanitarias se han visto obligadas a retirar a las cooperantes que trabajan en la ciudad de Mazar-i-Sharif, la capital del norte de Afganistán, después de que a primeros de este mes se produjera una violación colectiva a una cooperante.
Un portavoz de Naciones Unidas ha asegurado que la situación en Afganistán sigue siendo muy tensa. En especial, Mazar-i-Sharif, que permanece bajo control de los señores de la guerra. Así, la ONU ha protagonizado encuentros con los jefes locales para lograr que se comprometan a garantizar la seguridad en las tareas de ayuda internacional.
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La situación de las organizaciones humanitarias es tan complicada que hace sólo unos días el propio presidente afgano, Hamid Karzai, tuvo que salir al paso de las quejas de la ONU sobre los ataques a los cooperantes en toda la parte norte y central del país y se comprometió a reforzar la seguridad.
La gota que ha colmado el vaso ha sido la violación colectiva de una cooperante francesa, a principios de mes, a treintena de kilómetros de Mazar. Sucesos de esta gravedad y disparos contra caravanas que realizan trabajos humanitarios han obligado a restringir los horarios y los viajes por el interior del país.