Los tres tripulantes y el pasajero que volaban en un helicóptero militar ruso murieron anoche cuando el aparato fue derribado mientras trataba de aterrizar en la principal base rusa en Chechenia. Éste es el tercer helicóptero ruso derribado en esta república en los últimos tres meses. Además, el incidente se produce apenas tres días después de que el secuestro de 700 personas en un teatro de Moscú por un comando checheno acabara con el asalto de las tropas especiales rusas, que mataron a los cerca de cincuenta de terroristas y a más de un centenar de rehenes en la operación.
Tras este asalto, el presidente ruso, Vladímir Putin, emprendió una operación a gran escala contra los rebeldes chechenos en la república. Al respecto del derribo del helicóptero, el secretario del Consejo de Seguridad de Chechenia, que apoya las posturas del Gobierno ruso, ha declarado que "no entiende cómo todavía son derribados aparatos en la base de Khankala, donde hay tantas tropas concentradas".
Derribado por un misil tierra-aire
La guerrilla chechena no ha aceptado la responsabilidad por el derribo del helicóptero, como tampoco lo hizo en las tres ocasiones anteriores, pero fuentes militares rusas han acusado implícitamente a los chechenos al asegurar que el aparato, un MI-8, fue derribado por un misil tierra-aire cuando volaba a 30 metros del suelo cerca de la base rusa.
El helicóptero ha caído al suelo y ha estallado dentro del complejo militar, muy cerca de dónde un aparato de transporte de tropas MI-24 fue derribado el pasado 19 de agosto, matando a 121 de sus 147 tripulantes.
Menos de dos semana antes, otro MI-24 fue derribado por un misil como el usado hoy en una región montañosa de la frontera entre Chechenia y Rusia; sus dos pilotos murieron. Otro aparato similar cayó el 26 de septiembre durante una batalla en Galashki, cerca de Chechenia; tres personas murieron.