Al menos 630 personas murieron en el ataque perpetrado el pasado domingo por una milicia cristiana en un pueblo musulmán de Nigeria, según han informado testigos y un responsable de la Cruz Roja.
Ayer el líder musulmán Abdulkadir Orire aseguró que el número de muertos ascendía a 300 y calificó los hechos de "genocidio".
El ataque se produjo en Yelwa, en el Estado nigeriano de Plateau. Con esta matanza de la tribu tarok contra sus vecinos hausa, el número de muertos en combates interétnicos durante los últimos meses asciende a más de 1.000, según fuentes locales.
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Algunos analistas afirman que el reparto de tierra por parte del Gobierno no ha hecho más que agudizar las tensiones. Los tres últimos meses han sido los más violentos desde los enfrentamientos interétnicos que sacudieron en 2001 la capital del Estado, Jos, y en los que murieron más de 1.000 personas.