La capilla ardiente de Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro ha cerrado sus puertas esta noche después de permanecer abierta ininterrupidamente (a excepción de varias horas al día para tareas de limpieza) durante las últimas tres jornadas. A la espera de cifras oficiales, ante el cuerpo del Papa han desfilado cerca de dos millones de personas que han protagonizado una peregrinación a Roma sin precedentes en la historia reciente de la Iglesia católica.
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A partir de ahora comienzan las tareas de limpieza y acondicionamiento de la basílica y de la Plaza de San Pedro, donde mañana a las 10.00 se celebrará el solemne funeral por el alma de Juan Pablo II, que estará presidido por el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Durante la jornada de hoy, el Vaticano se ha visto obligado a reabrir las colas para permitir el acceso de miles de fieles polacos que han llegando a Roma para dar el último adiós a Juan Pablo II. Ante la masiva e interminable afluencia de peregrinos, la policía decidió anoche cerrar las filas para impedir que la situación se desbordara, entre las protestas de muchos fieles que habían llegado a Roma para cumplir su deseo.
Cerrado el tráfico
A primeras horas de hoy se han reducido visiblemente las filas después de que ayer se vivieran momentos de tensión con colas de casi 5 kilómetros que invadían varias partes de Roma cortando el tráfico urbano y que obligaban a los peregrinos a permanecer unas 20 horas para poder entrar en la Basílica. Aunque la situación no es tan caótica como la de ayer, las autoridades locales han decidido el corte total del tráfico en toda Roma para facilitar la llegada de los fieles a San Pedro y su posterior marcha tras los funerales, mañana a las 10, ya que la plaza no podrá albergar a más de 500.000 personas durante la misa.
En la ciudad se encuentran ya un millón de peregrinos, aunque miles de fieles siguen llegando a la capital italiana, que está desbordada.