El Ejército estadounidense ha ampliado la ofensiva contra la insurgencia iraquí que lleva a cabo desde hace semanas en la provincia de Al Anbar, fronteriza con Siria por el oeste de Irak. Más de 2.500 marines, apoyados por medios aéreos, participan en la operación, que se extiende ahora hasta la orilla del río Éufrates a su paso por esta provincia, considerada por EE UU el corazón y refugio de los rebeldes.
Según el mando militar norteamericano en Bagdad, más de 2.500 marines apoyados por cazabombarderos, helicópteros artillados y carros de combate han comenzado a atacar posiciones insurgentes en las aldeas de Haqlaniya, Barwana y Hadiza, cercanas a la frontera con Siria.
La ofensiva, denominada Boca de Río, es una continuación de la operación Puño de Hierro, llevada a cabo desde la madrugada del sábado en la ciudad de Al Saida, a unos 200 kilómetros del río Éufrates. Esta a su vez, complementó a una anterior en la ciudad de Tal Afar, donde los soldados estadounidenses mataron o detuvieron a cientos de presuntos insurgentes. EE UU ha lanzado estas operaciones en esta zona dado que entiende que muchos de los activistas que nutren las filas de las organizaciones rebeldes pasan a Irak a través de la frontera con Siria y se atrincheran en las inmediaciones.
Durante los tres primeros días de combates de la operación Puño de Hierro, los marines estadounidenses han matado a unos 30 presuntos insurgentes en Al Saida, una de las puertas de entrada en Irak desde la vecina Siria. De acuerdo con el mando militar, el operativo tiene como objetivo principal frenar la infiltración desde este último país de radicales islámicos que después se unen a los grupos insurgentes. Además, pretende pacificar la zona y reducir el riesgo de atentados ante el referéndum sobre la nueva Constitución, previsto para el próximo día 15 de octubre.
También ha habido bajas entre las fuerzas estadounidenses. Durante los combates de ayer, cuatro soldados americanos murieron, según un comunicado del mando militar estadounidense. Dos de ellos fallecieron en enfrentamientos con los rebeldes, mientras que otros dos murieron por la explosión de sendos artefactos explosivos en Haqlaniya y Karabila. Con estos el número de soldados estadounidenses muertos desde el comienzo de la invasión de Irak en marzo de 2003 asciende a 1.930, según las cifras del Pentágono.