Los gritos de Alahu Akbar (Dios es el más grande) ya resonaban a media tarde del miércoles en la plaza de Taksim de Estambul, en el corazón de la parte europea de la ciudad, donde cientos de personas esperaban con banderas turcas y palestinas el regreso de más de 500 activistas de la flotilla asaltada por Israel. Junto a las unidades móviles de todos los canales de televisión del país, varios contingentes habían tomado también discretamente posiciones y se preparaban para afrontar una larga noche de celebraciones.
La ONG turca Fundación de Ayuda Humanitaria (IHH), principal organizadora de la flotilla de ayuda humanitaria a Gaza, ha dispuesto también un recibimiento en el aeropuerto internacional Atatürk de Estambul, desde donde tenía previsto partir una caravana de vehículos hasta la plaza de Taksim. Las medios de comunicación locales han lanzado llamamientos para que los ciudadanos no colapsen la terminal aérea.
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El Gobierno de Recep Tayyip Erdogan se ha empeñado en repatriar conjuntamente a los activistas de la flotilla detenidos en Israel en tres aviones de la compañía Turkish Airlines. Tres aviones militares medicalizados transportarán a 21 heridos en el abordaje, mientras otros heridos muy graves, cuyo estado desaconseja viajar, permanecerán hospitalizados en Israel. Aunque la mayoría de los activistas se encontraban desde esta mañana en condiciones de embarcar en las aeronaves, los trámite se han dilatado porque el Ejecutivo de Ankara ha insistido en un exhaustivo recuento e identificación de todos los repatriados.
Fuentes del Ministerio de Exteriores turco han expresado su confianza en que los aviones puedan despegar desde Israel en torno a las ocho de la noche del miércoles, hora peninsular española. El vuelo entre Tel Aviv y Estambul tiene una duración superior a las dos horas, de manera que el heroico recibimiento que Turquía quiere dispensar a los activistas de la flotilla puede demorarse hasta bien pasada la medianoche local (una hora menos en la España). Sobre todo, si como prevén las autoridades locales, los repatriados pueden ser sometidos a reconocimientos médicos o se les pide que declaren sobre los hechos ocurridos durante el abordaje.
El cónsul de España en Estambul, Aurelio Pérez Giralda, se ha desplazado al aeropuerto de la ciudad para interesarse por el estado de los tres españoles repatriados: la camarógrafa catalana Laura Arau, de 30 años; el activista madrileño Manuel Tapial, de 35, y el periodista valenciano David Segarra, de 33.