Los fiscales holandeses han pedido la absolución de Geert Wilders, el líder islamófobo al que encabeza la tercera fuerza política nacional, por no encontrar indicios de delito en los cargos de incitación al odio y discriminación (de musulmanes, marroquíes y ciudadanos no occidentales) que se le imputaban. Según la acusación, las declaraciones y escritos de Wilders, que apoya el nuevo Gobierno de centro derecha, "no suponen la división del país en dos mitades enfrentadas".
El martes pasado, la propia fiscalía ya desestimó el cargo de insulto a los musulmanes. Adujo entonces que Wilders "critica el Islam, pero no a sus fieles". Él considera que se trata de un juicio político que arrastra "al 16% de la población, que son mis votantes". Para los fiscales, comparar el Corán con el Mein Kampf, de Hitler, "es feo, pero no punible". Cuando Wilders pide que se prohíba el libro sagrado del Islam tampoco ven delito. "Lo hace en el contexto de un debate político democrático", aseguran.
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Cabeza visible del Partido de la Libertad, la tercera fuerza nacional, el apoyo del político es indispensable para que liberales de derecha y democristianos puedan gobernar en minoría.
Ha advertido, además, que los pactos de Gobierno firmados con la nueva coalición "deben cumplirse". "De lo contrario, la cuerda que les sujeta se soltará". Entre sus principales proyectos aparece el "freno a la islamización de Holanda". Para lograrlo, espera ser tenido en cuenta por el nuevo ministerio de Inmigración y Asilo a la hora de legislar sobre el particular.
El hecho de que el ministerio público haya pedido su absolución no es extraño. La fiscalía ha considerado desde el principio que no hay razón para encausar a Wilders. Sí cree "que hace un uso extenso y poco amable" de la libertad de expresión. Los jueces, por el contrario, vieron razón para ello y ordenaron la apertura del proceso. El fallo está previsto para el próximo 5 de noviembre.