Los trabajadores de un hospital público británico de la localidad de Sidcup, en el condado de Kent, tiraron por error a un cesto de ropa sucia el cadáver de un bebé prematuro, hijo de la española Amaya Fernández, de 25 años, que nació el pasado mes de noviembre, 17 semanas antes de lo previsto. La madre del bebé sufrió problemas en el embarazo por toxoplasmosis -un desorden en la sangre- según asegura el diario The Sun.
El hospital Quenn Mary, donde nació el bebé, ha pedido ya disculpas a los familiares y solicitado la apertura de una investigación. El niño, James Kelly Fernández, pesó al nacer 450 gramos y murió pocas horas después.
Su cuerpo fue llevado al depósito de cadáveres, de donde desapareció. Al día siguiente apareció en una lavandería situada a 20 kilómetros del hospital, donde fue lavado a una temperatura de 95 grados mezclado entre la ropa, segun ha informado la cadena de televisión BBC.
Un "trágico accidente"
La dirección del hospital ha pedido perdón "por este trágico error". En un comunicado señala que "debido a un trágico accidente, el cuerpo del bebé fue trasladado en un cesto de la ropa desde el depósito de cadáveres a una lavandería externa, donde posteriormente fue encontrado el cuerpo".
Sin embargo, el padre del bebé, Patrick Kelly, de 36 años no está satisfecho con las explicaciones del hospital. El primer ministro británico, "Tony Blair puede decir lo que quiera sobre nuestra situación, pero la realidad es que el sistema sanitario público es una desgracia", señala.
Kelly ha añadido que éste no ha sido un "trágico accidente" y ha asegurado que "un perro no hubiera pasado por esto". La familia está estudiando emprender acciones legales.