Un jurado del Estado de Tejas ha desafiado al Tribunal Supremo de EE UU y ha ratificado la condena a muerte dictada contra un hombre cuyos abogados afirman que sufre un retraso mental tan agudo que todavía cree en Santa Claus.
Hace dos semanas, el Tribunal Supremo de EE UU dictaminó que las personas que sufren deficiencias mentales no pueden ser condenadas a la muerte, porque en su caso el castigo es inconstitucional.
El jurado señaló que Johnny Paul Penry, de 46 años, debe ser ejecutado mediante una inyección letal por la violación de Pamela Carpenter, a quien asesinó con unas tijeras en octubre de 1979.
Nuevas audiencias
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Penry debió ser ejecutado el 16 de noviembre de 2000, pero el Tribunal Supremo ordenó un aplazamiento y después anuló la sentencia de muerte ya que los miembros del jurado no recibieron instrucciones de que debían considerar su estado mental. También ordenó nuevas audiencias, que se iniciaron el mes pasado en la localidad de Conroe, al norte de Houston.
Durante esas audiencias, los abogados de Penry aseguraron que las pruebas realizadas a su cliente demostraron que su coeficiente intelectual es inferior al de una inteligencia normal. En sus argumentos finales dijeron que 27 expertos de salud habían confirmado que su capacidad mental es la de un niño de 7 años. Sin embargo, los fiscales afirmaron que Penry simuló ser un incapacitado mental con el objeto de eludir la sentencia.
Más de 780 personas han sido ejecutadas en EE UU desde que el Tribunal Supremo restableció la pena de muerte en 1976. Casi la mitad de ellos han recibido el castigo en Tejas.