Los 735.000 estudiantes del Condado de Los Ángeles no podrán comprar bebidas gaseosas a partir de enero de 2004 en sus colegios. La preocupación por la creciente obesidad de los niños en EE UU, achacada a la comida basura, ha llevado a las autoridades educativas a tomar esta polémica decisión en una votación unánime de los responsables de educación del Condado.
Las máquinas expendedoras y las cafeterías de los 677 recintos escolares del Condado de Los Ángeles tendrán que pasar paulatinamente a vender agua, leche y bebidas no gaseosas. Algunos críticos de la medida argumentan que se cortará así una importante fuente de ingresos para las escuelas, a los que Marlene Canter, una de las promotoras de la medida, ha respondido: "Encuentro horrible que discutamos de economía a costa de la salud de nuestros niños".
El porcentaje de obesos adolescentes en EE UU casi se ha triplicado en los últimos 20 años. Medidas como la aplicada por Los Ángeles han sido estudiadas en muchos otros lugares, pero hasta el momento sólo el Distrito Unificado de Oakland, en California del Norte, las ha puesto en práctica. El estado de Tejas prohíbe vender comida basura en los recintos escolares a la hora de la comida.
Sean McBride, portavoz de la Asociación Nacional de Refrescos, en Washington, ha dicho que las bebidas carbonatadas están siendo injustamente acusadas por la obesidad infantil, que tiene también otras muchas causas.
Por su parte, un portavoz de la Coca-Cola de California del Sur ha anunciado que su compañía planea acatar la decisión, aunque insinuó que algunos de los proyectos educativos de la empresa podrían estar amenazados: "Veremos como influye la decisión en nuestras relaciones con las escuelas locales. Quizá haya algunas revisiones", ha dicho.