La atmósfera superior terrestre es golpeada por meteoritos una vez cada año aunque la posibilidad de que se produzca una catástrofe por un incidente de este tipo es francamente remota. Según un estudio que publica esta semana la revista Nature, un impacto realmente fuerte, como el sufrido en 1908 por la localidad siberiana de Tunguska, sólo es esperable cada mil años.
En aquella ocasión, el asteroide, aunque relativamente pequeño fue lo suficientemente potente como para quemar 2.000 kilómetros cuadrados de bosque siberiano. Los impactos más suaves, aquellos que se registran de promedio una vez al año, aunque en ocasiones equivalen a la explosión de cinco kilotones de dinamita, apenas son perceptibles en la tierra.
A estas conclusiones ha llegado un grupo de investigadores de la Universidad del Oeste de Ontario (Canadá) tras realizar nuevos cálculos a partir de las observaciones de varios satélites del Departamento de Defensa de EE UU usados en principio para detectar evidencias de explosiones nucleares clandestinas.
Cálculos más optimistas
En los últimos ocho años estos satélites han detectado cerca de
300 flashes ópticos causados por pequeños asteroides (de entre uno y 10 metros) que han explotado en la atmósfera superior. Esto ha proporcionado a investigadores una nueva estimación del flujo de los objetos cercanos a la Tierra que colisionan con ésta.
Los nuevos cálculos, además, son más alentadores que las estimaciones anteriores que, basándose en observaciones desde la Tierra, calcularon que una catástrofe de la magnitud de la de Tunguska podría producirse cada 200 ó 300 años.