Un ginecólogo que desconocía ser seropositivo contagió a una paciente el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) mientras la atendía en el parto, según ha confirmado el presidente del Colegio de Médicos de Barcelona, Miguel Bruguera. Otras 250 pacientes del facultativo han sido también analizadas con resultados negativos.
Bruguera, que ha lamentado este hecho y lo ha calificado como "un cúmulo de mala suerte", ha reconocido que antes del verano de 2001 "se detectó un contagio de sida de un médico a una paciente que se produjo a raíz de una intervención quirúrgica durante un parto". Según relata, a las pocas semanas del parto la mujer contagiada se encontró mal por lo que el médico internista que se ocupaba de su caso le pidió varios análisis y entre ellos una prueba de VIH, que resultó positiva.
Al detectarse que no había ninguna conducta de riesgo en el entorno de la mujer, las autoridades sanitarias decidieron investigar a todo el equipo quirúrgico que la había atendido en el parto y se descubrió que el ginecólogo era portador del VIH, cuestión que desconocía el propio afectado.
Tras detectarse la infección, tanto la paciente como el médico han sido sometidos a tratamiento médico. El caso, ocurrido en un centro privado hace más de 18 meses, ha salido a la luz recientemente a partir de las declaraciones de un familiar de las mujeres atendidas por el médico que se revisaron posteriormente.
Resultados negativos
A todas ellas, unas 250, se les explicó previamente que cuando fueron atendidas, alguien del equipo quirúrgico estaba infectado y que los médicos querían tener la garantía de que no hubiesen corrido ningún riesgo. A todas se les dieron los resultados, negativos en todos los casos, en menos de 48 horas para minimizar la angustia.
Para el presidente del Colegio de Médicos, el problema es que hubo una transmisión que ha creado una gran angustia por lo imprevisible que era, ya que el contagio se debió hacer a través de una herida durante la cesárea que se practicó a la paciente. Actualmente, el ginecólogo debe abstenerse de prácticas con riesgo, que son aquellas en las que se puede cortar o pinchar.