Albert Einsten tenía razón. Al menos, la tenía en 1917, cuando afirmó que el universo no había dejado de crecer, y que se expandía por culpa de una "energía oscura", existente incluso en el vacío, y que introdujo en sus ecuaciones con el nombre de constante cosmológica.
Tiempo después el científico se desdijo, y calificó a esa constante como la más grave "metedura de pata" de su carrera. Y fue entonces cuando se equivocó. La idea más aceptada hasta ahora era que si el universo se expandía, no lo haría hasta el infinito. Es decir, se observaba el crecimiento del universo, pero se suponía que ese crecimiento estaba frenando.
Un grupo de científicos de la universidad de Cambridge afirma haber demostrado la teoría contraria. Basándose en los datos del telescopio de rayos-X Chandra, de la NASA, han estimado que la velocidad de expansión del cosmos es creciente, y aunque no han podido hallarla, culpan a esa energía oscura.
"Acelera de verdad, es una confirmación directa con importantes repercusiones en el futuro del universo", afirma Steve Allen, un astrofísico, que añade que "la energía oscura lo empuja hacia el exterior y acelera su expansión".
La cuestión, entonces, es saber el porqué. Todo depende de la densidad de esa misteriosa energía, ya que si permanece constante la expansión tiene fecha límite: 100 millardos de años. Las dos opciones restantes no son mejores: si su densidad se está reduciendo, el crecimiento se detendrá y el universo se colapsará sobre sí mismo. Si la densidad crece, todos los átomos que componen la materia se descompondrán.
Otro científico, Michael Turner, explica que "mientras no comprendamos mejor la aceleración cósmica no podremos comprender el destino del universo", un cosmos misterioso que está compuesto en un 75% por energía oscura, y sólo en un 4% por materia como la tierra que pisamos.