México y Paraguay castigaron a la concurrencia con otro tostón insoportable, el ritmo al que avanza sin remedio la Copa América. Y el público de Cali, que sigue poblando las gradas con entusiasmo, se empieza a cansar. Resiste como puede a golpe de olas, pero ya las acompaña con sonoras raciones de abucheos y cantidades incontables de bostezos. México y Paraguay agravaron el descrédito del torneo con una sesión vacía de contenido futbolístico. Un poco de atención defensiva y un trámite mecanizado y desganado. Eso fue todo. Jugaron por jugar, con exagerada indiferencia, y hasta organizando descaradas tanganas de mentira con las que parar el partido y ganarle segundos al reloj. Sólo en los últimos minutos, diez todo lo más, México y Paraguay enseñaron algo de intención. Sólo entonces, uno y otro se decidieron a dar por concluida la vergonzonsa representación teatral en la que habían convertido el juego y fueron decididos a por el resultado. Demasiado tarde. La farsa deja a México al mando del grupo B, con cuatro puntos, y a Paraguay, con dos, en la tercera posición. Pero creánselo, a unos y otros eso les dio igual.
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