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COPA AMÉRICA

México resuelve una semifinal dramática (México 2- Uruguay 1)

Cuatro expulsados y mucha intensidad en un partido que el carácter competitivo de Uruguay mantuvo vivo hasta el final

Ambos equipos lucieron un modelo parecido, con tres centrales y dos carrileros largos. Pero el dibujo de México estuvo cargado de mayor ambición, mayor vocación ofensiva, más preocupación por la posesión de la pelota. Y más zarpazos. En uno de ellos, Borguetti se sacó de la nada un golazo con dos maniobras extraordinarias dentro del área que doblaron por dos veces a Gutiérrez.

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Uruguay no acusó el golpe. Uruguay es oficio, estar sin parecerlo, todo trabajo gris. Sólo ataca cuando se lo ordena el resultado, el resto es manejo y manejo, pelea y pelea. Presiona con decisión, afila las botas, cierra espacios, pero apenas mira la portería contraria. Sólo busca el gol a balón parado, faceta que sí demuestra muy trabajada. En casi todas saca remate. Así, en un libre indirecto desde la derecha de su ataque cabeceado de forma poderosa por Richard Morales, arañó el empate (1-1). Entonces volvió a su silenciosa tarea defensiva, a jugar el partido camuflado.

El partido quedó con un alto contenido táctico, en el que México mostraba más intención y Uruguay más tablas. Pero con mucha igualdad, mucho juego trabajo y fútbol parejo. Hasta que en el último minuto de la primera mitads, Carlos María Morales obligó a los suyos a entrar con un jugador menos tras el descanso. México lo aprovechó para vaciarse. Explotó las bandas con sentido, especialmente la izquierda, para desarmar el trabajado montaje defensivo de los uruguayos. Y así, en un centro enroscado de Ramón Heriberto Morales (uno de los cuatro Morales que ayer pisaron el campo) arrancó un penalti y una nueva ventaja. Borguetti podía haber sentenciado antes, pero este delantero se empeña en sacar obras de arte de donde no existe nada y tirar a la basura las ocasiones fáciles.

Con el 2-1, Uruguay volvió a la carga. Sin muchas ideas, sólo por convicción y carácter, pero acorralando a México, que pagó cara la lesión de Márquez, el caudillo de la zona de atrás. Sin Márquez, Richard Morales supo utilizar el cuerpo y la zancada para hacer más daño. Lo demás lo hizo luego Estoyanoff, una anguila de piernas de alambre que se las apañó para llenar de faltas las inmediaciones del área. Así, con acciones a balón parado y mucha fe, Uruguay mantuvo en la incertidumbre el partido hasta el final. La cita subió de temperatura, las expulsiones se acumularon, y los últimos minutos fueron de una intensidad total. Con Uruguay resistiéndose heroicamente a la derrota, y México protegiendo su ventaja a duras penas. Pasó México, pero Uruguay cayó de pie.

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