Es un suponer, pero llegan noticias alarmantes hasta por EL PAÍS Digital: Pamplona apuntillará a Induráin (y no hay que extrañarse que sea un rayo de luz fulgurante y fulminante del racionalismo francés cuando urdieron el trazado del Tour). Veamos: No faltará mucho para que un millón de gentes hagan el viaje a Pamplona para ver a Induráin, para abrazarlo propinándole un manotazo en el hombro o donde se tercie; firmará cientos de miles de autógrafos; cada alcalde de los pueblos cabeza de partido de 100 kilómetros a la redonda le obligará a ofrecer certezas de que aceptará que una calle, plaza o rincón pintoresco o una capillita si se tercia lleve su nombre. La Iglesia, precisamente, ya se barrunta que lanzará su beatificación y, a modo de rodaje, rezará un centenar de rosarios amén de comuniones extra y alguna flagelación propia del alborozo de su alma y del alma de todo bicho viviente; hasta es de suponer que le harán una revisión general con recitales del nuevo catecismo y otras demostraciones que respiren incienso y amor a los desheredados y a los más heredados. Y vale más no pensar en las mujeres que le suplicarán, "quiero tener un hijo tuyo vestido con maillot".-
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 13 de julio de 1996