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EL ÚLTIMO ECLIPSE TOTAL DEL MILENIO

Atascos monumentales en las carreteras

Cientos de millones de personas, sobre todo en Europa y Asia, celebraron ayer con inusitado entusiasmo el último eclipse total de Sol del milenio. La interposición de la Luna entre la estrella y la Tierra provocó una efímera noche, de unos dos minutos de duración, que recorrió durante tres horas una franja del mundo de 14.000 kilómetros desde el Atlántico norte hasta el golfo de Bengala. En Europa, el fenómeno reunió a millones de personas en las zonas donde la ocultación del Sol fue mayor, lo que provocó enormes atascos en las carreteras. En los países islámicos, los líderes religiosos llamaron a la población a rezar en las mezquitas, dado el carácter sagrado que para ellos tiene el fenómeno.

Millones de europeos usaron ayer el coche para ir a un buen sitio donde ver el eclipse, y para volver a casa. El intenso tráfico provocó atascos de centenares de kilómetros en las zonas cercanas a donde la ocultación del Sol fue total.Las autopistas que van desde Londres a la zona de Cornualles, en Inglaterra; las carreteras que llevan a las zonas de Picardía y Normandía, en Francia; o las salidas de Viena registraron importantes retenciones que obligaron a los conductores a observar el fenómeno en las cunetas.

En Alemania, las autopistas que unen Francfort con Basilea (Suiza) y Heidelberg (Alemania) vivieron filas de coches de 150 y 50 kilómetros, respectivamente.

Los suizos que viajaron hacia el norte y a las zonas de Francia y Alemania donde la Luna ocultó totalmente al Sol formaron un tapón de 20 kilómetros en las principales vías.

Budapest, la capital de Hungría, quedó desierta. Tan sólo 12 vehículos circularon por la plaza central en el tiempo que duró el eclipse. Muchos de los coches desaparecidos estaban en el lago Balatón, a 100 kilómetros al sureste de la ciudad, donde se reunieron cuatro millones de personas para disfrutar del espectáculo.

En Hungría y en Francia se prohibió la circulación de camiones durante las horas centrales del día como medida de seguridad y para favorecer el tráfico de turismos. En Bélgica, las salidas de Bruselas se colapsaron con siete kilómetros de embotellamiento a primeras horas de la mañana.

Por la tarde, la situación se repitió, cuando los automovilistas europeos volvieron a sus casas. La autopista A35, que une Mulhouse (Francia) y Bale (Suiza), tuvo que ser cerrada a la circulación debido a la enorme densidad de tráfico registrada.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 12 de agosto de 1999