Aznar no había hablado hasta ayer en público y en España desde antes de Navidades. Su intervención era esperada, ante el cúmulo de acusaciones de inactividad hacia el Ejecutivo. El presidente del Gobierno utilizó así la plataforma de la clausura del XI Congreso Nacional de Nuevas Generaciones, ayer en Madrid, para proporcionar un repaso de sus ideas dirigido al PSOE, partido al que no citó en ningún momento, como tampoco a su líder.
En un tono mitinero y de luto por la reciente muerte de su padre, Aznar obvió cuanto antes cualquier cuestión que desviase su objetivo de recuperar la iniciativa política frente al PSOE. Apenas se adentró sobre la situación en Euskadi.
Hizo una alusión a que el pabellón donde se celebraba el cónclave ya está reservado para dentro de un año, cuando se convoque el XIV Congreso Nacional del PP, para confirmar que entonces se presentará a la reelección como presidente de ese partido.
Fue en ese ámbito cuando aludió al PP 'como único partido que garantiza un buen gobierno' y 'un proyecto coherente'. Y relacionó ese estilo con el del PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero, que descalificó con palabras de un poeta en 'las tibias descreencias, que no dicen nada, ocultan lo que creen, sus ideas y esperanzas'.
En su afán por retomar el primer plano político, Aznar remachó que su Gobierno debe volcarse en las tareas cotidianas 'y no en discusiones inútiles, fotos sin sentido, sin realidad de las cosas que hacen mejorar y prosperar el país todos los días'. Entiende que eso son tácticas de 'algunos que ya no saben ni lo que son y por eso hacen definiciones pintorescas'. A los que apuestan por un inminente cambio de ciclo, Aznar les llamó a diferenciar entre 'chips cortos y ciclos largos'.
Y fue ahí cuando relató, con cierto tinte irónico, que desde el PSOE ahora se dice que bajar los impuestos es de izquierdas aunque a nadie le extrañaría en el país escuchar que subirlos también lo es. Juego de palabras que utilizó para los retos de reducir el paro y el déficit público, tener ética o integrarse en Europa.
En ese estilo, Aznar se negó a disculparse por no haber caído nunca en la equivocación o defecto de no haber sido socialista o comunista. Y recuperó los 10.300.000 votos que obtuvo en las elecciones de hace menos de un año para subrayar que la legislatura 'no ha hecho más que comenzar', para recomendar al PSOE 'calma y tranquilidad' y para mofarse ('es fantástico') de que la oposición pretenda que se aplique su programa y no el del PP que ganó tan holgadamente.
'Yo, nosotros, tenemos un proyecto para 10 años. Lamento dar un disgusto a algunos, pero es un proyecto al menos para los 10 años en que España se la juega para estar entre los mejores países del mundo'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 22 de enero de 2001