La marcha multitudinaria salió del hospital Rafidía en dirección a la plaza del Reloj, en el centro de la ciudad autónoma de Nablús, y constituyó una de las mayores manifestaciones de fuerza del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás, en sus siglás en árabe) que ha habido nunca en Cisjordania o Gaza. El grupo integrista palestino preparó ese despliegue de fuerza durante toda la noche anterior. Numerosos jóvenes seguidores se dedicaron a pintar carteles, instaron con altavoces a los habitantes de Nablús y alrededores a participar en los funerales y se ocuparon de todos los detalles del acto.
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El ataque, en el que perdieron la vida dos niños y dos periodistas, tenía por objetivo a dos dirigentes de Hamás a los que las autoridades de Israel acusan de ordenar y planificar muchos atentados en los últimos meses. Además de estos dos dirigentes, murieron dos militantes de Hamás.
Es la primera vez que el Ejército israelí mata a dirigentes políticos de Hamás y no a miembros de su brazo armado, las Brigadas Ezedín al Qasem, desde que hace más de 10 meses comenzara la actual Intifada (la sublevación popular palestina contra la ocupación israelí). De ese modo, Israel ha subido un escalón en la elección de sus objetivos y en la intensidad de su respuesta militar a los atentados palestinos, de la mayoría de los cuales es autor ese grupo integrista.
El Gobierno israelí, que encabeza el líder del partido de derechas Likud, Ariel Sharon, alega legítima defensa. Tanto Sharon como su ministro de Defensa, Benjamín Ben Eliezer, dijeron que el ataque "ha salvado la vida a cientos de israelíes" al evitar un nuevo atentado de ese grupo integrista palestino. El Ejecutivo, que rechazó las duras críticas internacionales a la muerte de los ocho palestinos, también trató de convencer a EE UU y a la UE de que el ataque "tuvo precisamente por objeto evitar una escalada de la violencia". Sharon habló telefónicamente con el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, y reivindicó el "derecho de autodefensa" de Israel. Por su parte, Powell consideró "demasiado agresivos" esos métodos del Ejército.
Sharón reunió ayer al Gabinete reducido para asuntos de seguridad, que decidió "seguir con la política contra los terroristas y quienes los envían". El minigabinete detesta la expresión "política de eliminación" que utilizan los medios de comunicación, y más aún las palabras "asesinatos" o "terrorismo de Estado", como en el exterior se definen sus operaciones, por lo que ayer decidieron adoptar el eufemismo de "política para evitar actos asesinos contra judíos".
"La respuesta de Al Fatah es que de ninguna manera respetará el alto el fuego, ya que no hay ninguna tregua entre nosotros y los israelíes, y hemos dado instrucciones en ese sentido a toda nuestra gente", dijo ayer Husein Al Sheij, responsable del partido gubernamental palestino en Cisjordania. "Todo el pueblo palestino es objetivo de las armas de los israelíes, y todos [nacionalistas e islamistas] nos hemos unido para luchar contra la ocupación", afirmó. "Estamos en guerra; luchamos por la libertad del pueblo palestino".
[Por su parte, la intención del líder palestino, Yasir Arafat, de convocar una reunión extraordinaria de la Liga Árabe recibió una negativa del presidente egipcio, Hosni Mubarak, informa France Presse].
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de agosto de 2001