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"Esto es otra medalla más"

Con la misma frialdad con la que diseccionó la carrera, analizó a los rivales y decidió sus movimientos, Jesús Ángel García Bragado acogió su medalla de plata. "Me sabe a otra medalla más, no nos vamos a engañar", dijo el madrileño sin las habituales efusiones eufóricas que suelen acompañar a los títulos, las medallas y los podios. Hasta su vuelta de honor con la bandera de España fue más un trámite ante los cuatro gatos que había en las tribunas en la mañana canadiense que una necesidad vital de gritar su éxito al mundo.

Tampoco es que sea la primera medalla de García Bragado, que pasó directamente del anonimato a la fama ganado el Mundial de Stuttgart en 1993, cuando tenía 23 años. "Aquello fue distinto; yo ni existía para la prensa, lo asimilé de otra manera, era joven. Y ahora tengo 31 años y veo la vida con otra perspectiva". Pero también fue plata en Atenas, y también detrás del increíble polaco Korzenowski. "Yo aspiraba al oro", dijo, serio, serio. "No quiero hacer triunfalismo ni nada. Si hubiera sacado el oro, estaría más contento. Y tengo la sensación de que podía haber hecho más".

García Bragado es un madrileño que vive en Lleida desde que se casó con la gimnasta Carmen Acedo (tienen una hija de dos años y medio) y que no echa de menos Madrid. "Me siento madrileño, pero ya no me gusta Madrid", dijo el marchador. "Es una ciudad deteriorada. Y desde que han dejado que la casa de Campo esté como esté...

Me siento más a gusto en Lleida, entrenándome entre huertos y frutales".

Hombre único y directo. "No tengo por qué llevarme bien con la prensa porque no dependo de ella para comer", explica. Casi resentido. "Además, a la prensa la marcha sólo le interesa una vez al año. El resto somos anónimos. No estoy nada satisfecho de cómo nos trata". Pragmático. "Hace poco me han llamado los de Asics y me han dado una patada en el culo. Ya no les interesaba. Me he quedado sin patrocinador. Así que vivo de las becas". Un hombre solo, aunque en los dossieres oficiales figure como entrenado por Josep Marín. Un hombre todavía de futuro, pese a sus 31 años. "Que se prepare Korzeniowski, porque yo voy a seguir mejorando". Un hombre único.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 12 de agosto de 2001