No tiene mal gusto Rafael Benítez, cuyo equipo ideal sería una mezcla del Barcelona de Johan Cruyff, el Milan de Arrigo Sacchi y el Madrid de la Quinta del Buitre. En un mes de trabajo, el nuevo entrenador del Valencia, de 41 años, ha cambiado el parecer de muchos de quienes le denostaron por su escaso pedigrí cuando se anunció su fichaje por el club de Mestalla. Ahora, tras las buenas sensaciones de la pretemporada, le llueven los elogios. Y es que le ha dado a cada uno lo suyo: a los futbolistas, mucho balón y palabras amables; a los periodistas, una atención esmerada, y al público, una frescura en el fútbol ofensivo casi olvidada. Otra cosa será el arranque de Liga, que no puede ser más comprometido: el sábado, ante el Madrid, en Mestalla.
La transformación del club es profunda: nuevo reparto accionarial, nuevo presidente, nuevo técnico, nuevo capitán
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Tras perder en mayo frente al Bayern Múnich su segunda final consecutiva de la Liga de Campeones, la transformación en el Valencia ha sido profunda. Nuevo entrenador: Benítez. Nuevo presidente: Jaime Ortí. Nuevo capitán: Cañizares. E incluso nuevo reparto accionarial: los hermanos Juan y Fernando Roig decidieron vender sus acciones, no así Francisco Roig, que amenaza con volver a la más mínima crisis de resultados.
La huella de Héctor Cúper, ahora en el Inter, será imborrable. Tanto por sus magníficos resultados como por la escasa sintonía que mantuvo con los jugadores y el público. “Tenemos un equipo muy sólido, pero quiero que mire más hacia delante”, dice Benítez como resumen de la esencia de su cometido: darle al robusto equipo que formó Cúper unas dosis de alegría de las que carecía.
El Valencia ha sido el club con mayor superávit tras la compra-venta de jugadores en el mercado estival. Y, sin embargo, su deuda sigue aumentando de manera alarmante: en seis años ha pasado de 2.200 millones a 20.000, según reconoce la propia entidad. O sea: mientras el equipo ha funcionado bien en los últimos tiempos, el club ha seguido aferrado a una estructura anacrónica, superada por la voracidad de los tiempos.
La renovación del grupo ha estado en manos del secretario técnico, Javier Subirats. Del centro del campo de hace dos años, aquél que vapuleó al Lazio en los cuartos de final de la Champions, tan sólo queda Kily González, que parte curiosamente como suplente tras el espectacular crecimiento del joven Vicente. Los restantes —Gerard, Farinós y Mendieta— han sido traspasados. En el caso de este último, el Valencia cree haber hecho un extraordinario negocio: ha ingresado 8.000 millones gracias a la presión del Madrid, que trató de hacerse con él hasta el último momento.
Con todo, las bajas no parecen haber mermado el potencial de una línea medular que se antoja muy potente: por ejemplo, Rufete, De los Santos, Aimar y Vicente —Baraja ha estado lesionado toda la pretemporada—. Destaca en esta línea el uruguayo De los Santos, medio centro que recuerda a Redondo por su poderío físico y su naturalidad para dar salida al balón.
El Valencia ha sufrido para encontrar un goleador. Frustrados los fichajes de Kovasevic y Salas, el club de Mestalla ha optado por un valor español, Salva, que será acompañado por un recambio de parecidas características: el zurdo Mista, también agresivo y goleador.
Atrás ya se sabe: defensas experimentados y expeditivos, pero con algunas novedades. La de Marchena, campeón mundial sub 20 en Nigeria 99, un central sevillano procedente del Benfica que ha entrado en un intercambio con Zahovic. Y la del lateral derecho Torres, un joven de la cantera que se curtió el pasado ejercicio en el Tenerife precisamente a las órdenes de Benítez. En el otro lateral, el izquierdo, mucha atención al brasileño Fabio Aurelio, que ya apuntó detalles supremos, aunque intermitentes, en la temporada pasada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 23 de agosto de 2001