Las cifras sobre víctimas no han empezado aún a adquirir la concreción y el enorme volumen que se teme. La Guardia Nacional, los bomberos y los equipos médicos siguen buscando entre montañas de escombros en lo que fue el World Trade Center de Nueva York y lo que es todavía, en parte al menos, el Pentágono de Washington. El número de víctimas mortales se mantiene en términos vagos: "Varios miles en cada una de las Torres Gemelas", según la estimación del alcalde neoyorquino, Rudy Giuliani, y "entre 100 y 800" en el Pentágono, según el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. El parlamentario Jim Moran dijo ayer que en Nueva York se hallarían "unos 10.000 cadáveres". No es una cifra descabellada.
Por el momento, sin embargo, los números reales son mínimos. Ocasionalmente resultan felices: nueve agentes de policía y bomberos fueron rescatados con vida de entre los cascotes neoyorquinos, gracias a que fueron capaces de utilizar sus teléfonos móviles. En las últimas horas de ayer se multiplicaron los testimonios de aquellos que afirman que han recibido llamadas desde sus teléfonos móviles de familiares y amigos que se encuentran con vida entre los escombros de las torres gemelas.
Hay unos 200 bomberos desaparecidos tras el desplome de los edificios y 85 policías en la misma situación. La cifra de quienes viajaban a bordo de los aviones secuestrados y utilizados como misiles es ya inamovible: 266 cadáveres.
El martes por la noche murieron siete personas en los hospitales de Nueva York, que han acogido por el momento a unas 1.400 víctimas, con quemaduras graves en su mayor parte a causa del largo incendio que siguió al doble impacto aéreo y al derrumbamiento. "Llegan carbonizados, perdiendo la piel; el sufrimiento es horrible", comentó un médico.
Espectáculo infernal
El espectáculo entre las ruinas es infernal y algunos miembros de los grupos de rescate no pueden resistirlo. "Es una carnicería inimaginable, devastadora, indecible. Explicar que parece una zona de guerra y hablar de cuerpos y sangre y bloques de acero impidiendo el paso no sería ni una aproximación a la realidad; es horrible", explicó el bombero Scout O´Grady.
Lo más frecuente es hallar pedazos de cuerpo, fragmentos de carne y hueso que no pueden contabilizarse. Por ahora, según el alcalde Giuliani, la cifra de víctimas mortales identificadas es de sólo 45. "Trabajamos con la hipótesis de que la cifra final ascenderá a varios miles", dijo el alcalde.
La sociedad financiera Morgan Stanley Dean Witter, cuya sede ocupaba varias plantas del World Trade Center, anunció ayer que disponía de "información muy limitada" sobre sus 3.500 trabajadores. "Intentamos contabilizar quién ha sobrevivido y quién no", dijo un portavoz.
Abundan los testimonios de supervivientes, como el del electricista Ed Sabino, que sobrevivió al atentado de 1993 y al del martes; o el de Tiffany Keeling, una analista de Morgan Stanley a la que un desconocido ensangrentado arrastró hasta la calle antes del derrumbamiento. Pero las noticias son generalmente negativas. Tanto en lo que fue el edificio del World Trade Center como en el Pentágono se ha abandonado ya toda esperanza de hallar supervivientes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de septiembre de 2001