Parecen más gigantescas estaciones de autobuses que aeropuertos destinados a vuelos interiores en un país como Estados Unidos, donde la utilización del transporte aéreo es masivo. La Agencia Federal de Aviación (FAA), organismo controlador, denunció en un informe de 1999 que agentes federales fueron capaces de colarse 46 veces en zonas restringidas de cuatro aeropuertos y alcanzar la pista. En otras 51 oportunidades llegaron a embarcar sin problemas. Otro informe, realizado el año pasado, señaló que estos empleados de seguridad aeroportuaria dejaron pasar una de cada cuatro armas.
Una vez facturado el equipaje, el viajero y sus acompañantes pasaban por un detector de metales y una caja de rayos X; después quedaban en libertad para moverse por el recinto aeroportuario. Los encargados de realizar ese primer y único control, subcontratados a terceros por las compañías aéreas que dominan las diversas terminales, son personas sin especial cualificación ni incentivos profesionales, con un salario promedio de 6,25 dólares a la hora (unas 1.200 pesetas), por debajo de lo que recibe un estudiante en un establecimiento de hamburguesas.
Un informe del año 2000 revelaba que ese personal se renueva por completo más de una vez al año en casi todo los aeropuertos del país y que en cinco grandes, incluidos el de Boston y los de Atlanta y Chicago, la renovación de la plantilla es completa más de dos veces al año.
Un responsable del National Transportation Safety Board, organismo encargado de seguridad en el transporte, comentó al diario The New York Times: "El hecho de que pudieran hacerse con el control de cuatro aviones en tan corto espacio de tiempo lo dice todo. Cuando pagas un salario mínimo, tienes gente de salario mínimo".
Los actuales detectores de metales no pueden descubrir cuchillos de plástico duro, que después pueden ser utilizados como armas, y los patrones de seguridad vigentes permiten introducir en los aviones navajas con una hoja no superior a los siete centímetros de longitud. Barbara Olson, la comentarista política y antigua fiscal que pudo hablar con su marido antes de que su avión fuera estrellado, dijo que los secuestradores llevaban algo que parecían navajas.
Una vez producida una situación crítica, el piloto debe cooperar con los secuestradores. Como decía uno a The Wall Street Journal: "No estamos preparados para hacer frente a este tipo de actividad terrorista. Se nos prepara para tratar con gente desequilibrada o que quiere ir a algún lado... No con secuestradores suicidas".
Los deficientes controles de seguridad son aún menos exigentes en los vuelos nacionales, como los cuatro secuestrados el martes. El aeropuerto de Logan (Boston) tuvo 137 violaciones de las medidas de seguridad entre 1997 y 1999, y el mes pasado la FAA impuso 99.000 dólares en multas a American Airlines por la ligereza de sus controles en seis de sus vuelos, uno de ellos originado en Logan. Los responsables de las compañías mantienen que controlar rigurosamente 10.000 vuelos diarios es tarea imposible, que de ser realizada con celo extremo produciría insoportables retrasos en los vuelos.
Ayer, no obstante, ya entraron en vigor medidas especiales de seguridad, entre ellas la eliminación de la facturación que se venía realizando fuera de las terminales; la restricción absoluta del acceso a las zonas de seguridad, el incremento de policías; los controles de identidad y la venta o el uso de navajas, de metal o de plástico, en la mayor parte de las áreas del recinto del aeropuerto. Los aviones serán sometidos también a registros antes de cada vuelo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de septiembre de 2001