Los expertos en aviación consideran casi imposible la prevención de los ataques suicidas. "No existe una respuesta sencilla", asegura el investigador de accidentes aéreos McArthur Job. Sin embargo hay medidas disuasorias que ayudarían a incrementar la seguridad a bordo. Job propone aislar las cabinas de los pilotos (ahora muy vulnerables), para convertirlas en forzalezas antibalas. "También sería de gran utilidad que los aviones fueran protegidos por guardias armados. La compañía aérea israelí El Al utiliza este tipo de policías aéreos y le funciona bien".
Malcom English, director de la revista Air International es más pesimista. "Los terroristas pueden conseguir los aviones en muchos sitios, no tiene por qué ser uno de pasajeros", dice. "Los Boeing 747, el doble de grandes de los utilizados contra las Torres Gemelas, pueden ser alquilados libremente".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de septiembre de 2001