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Llamadas desde la muerte

Los pasajeros de uno de los aviones se sublevaron contra los secuestradores según los testimonios filtrados

El marido de la azafata CeeCee Lyles recibió el martes en Florida una llamada terrible. A bordo del vuelo de United Airlines 93 que acabaría estrellándose sobre Pennsylvania, Lyles afirmó: "Hemos sido secuestrados". Sólo tuvo tiempo de decir lo mucho que quería a su familia antes de que la comunicación se cortase para siempre. La tía de CeeCee Lyles relató la breve llamada a los medios de comunicación y dijo que se podían escuchar los gritos de los pasajeros, lo que hace sospechar que conocían perfectamente cuál iba a ser su destino inmediato.

Ésta y otras pocas llamadas realizadas desde los aviones destinados a provocar el caos en Estados Unidos estaban ayer siendo minuciosamente analizadas por el FBI en busca de pistas sobre los responsables del mayor ataque terrorista contra este país. Pero más allá de los datos que puedan aportar a la investigación, las llamadas ofrecen un testimonio escalofriante sobre los momentos previos a la muerte de una parte de las víctimas de la ofensiva terrorista del martes. Diferentes medios de comunicación estadounidenses recogieron ayer estos testimonios sobre lo que que ocurrió a bordo de los aviones secuestrados poco antes del impacto e incluso han revelado que en uno de ellos, el que se estrelló en Pennsylvania, se produjo una rebelión contra los piratas aéreos.

"Tenemos más aviones. No hagáis tonterías y no habrá heridos", afirmaron los piratas en inglés a uno de los pilotos en una conversación que fue captada desde la torre de control, según el periódico Christian Science Monitor. El piloto del vuelo de United Airlines 93dejó abierto el micrófono con el se comunicada con la torre de control.

"Hola mamá. Te quiero mucho. Te llamo desde un avión con destino a San Francisco. Hemos sido secuestrados. Hay tres hombres que dicen que tienen una bomba", dijo Mark Bingham, de 31 años, a su madre, Alice Hoglan, que se despertó poco antes del amanecer en San Franciscocon una llamada intempestiva. Bingham era uno de los 45 pasajeros del mismo avión de la United, el único que no alcanzó ningún objetivo y que se estrelló por motivos que todavía se desconocen. "Fue el único avión que no impactó contra un edificio. Mi esperanza es que Mark tuviese un papel activo en el fracaso de los terroristas", relató al programa Good Morning America Alice Hoglan. Según diferentes testimonios que fueron llegando a lo largo del día de ayer, las esperanzas de Alice son fundadas.

"Vamos a morir"

"Vamos a morir, pero tres de nosotros vamos a intentar hacer algo", relató a su esposa desde ese mismo vuelo Tom Burnett, empresario californiano de 38 años, padre de tres hijos, según el San Francisco Chronicle. Al parecer, Burnett sospechó las intenciones de los piratas, que poco después de tomar el avión asesinaron a uno de los pasajeros. "Te quiero, cariño", alcanzó a afirmar antes de que terminase la llamada.

"He llegado a la conclusión de que a bordo del avión se produjo una lucha y que un individuo heroico pensó que, ya que iba a morir de todos modos, por lo menos evitarían una catástrofe mayor", manifestó a la prensa el congresista de Pennsylvania John Murtha. Según este representante, el objetivo de este aeroplano, el vuelo 93 que había despegado de Newark (Nueve Jersey) con dirección a San Francisco, era un edificio oficial de Washington, seguramente la Casa Blanca, o el avión presidencial, el Air Force One. Un oficial de inteligencia, que requirió el anonimato, confirmó que, en su opinión, varios pasajeros redujeron a los secuestradores, pero no pudieron controlar el aparato.

De todas las comunicaciones sólo una fue grabada. En el avión que se estrelló sobre Pennsylvania, un pasajero logró escabullirse hasta el cuarto de baño y llamar al teléfono de emergencia, 911, para informar de que el vuelo había sido secuestrado. El pasajero dijo que el avión perdía altura. "Escuchó una explosión y vio humo blanco. Luego perdimos el contacto", relató al diario USA Today Glenn Cramer, responsable de los servicios de emergencia.

También desde los vuelos que se estrellaron contra el Pentágono y contra las Torres Gemelas de Nueva York, unos pocos pasajeros pudieron ponerse en contacto con el exterior. Los más mínimos detalles de estas comunicaciones, que no pudieron evitar la catástrofe a pesar de que todos aquellos que las recibieron hablaron inmediatamente con las autoridades, están siendo estudiadas por los servicios de seguridad.

Peter Hanson, que se encontraba a bordo de uno de los aviones que impactaron contra el Wolrd Trade Center junto a su mujer y su hijo de dos años, también logró comunicarse con su madre en Connecticut, a la que dijo que nunca volvería a ver. "Todo lo que puedo decir es que murieron juntos. Se estrellaron juntos. Es mi único consuelo", relató a la cadena de televisión ABC Eunice, la madre de Hanson, un ejecutivo de relaciones públicas.

"Comenzaron a matar a las azafatas en la parte de atrás sólo para divertirse. Entonces el piloto salió de la cabina y así pudieron hacerse con los mandos", dijo al diario Boston Globe un pasajero de uno de los vuelos que se estrellaron contra las Torres Gemelas, cuyo nombre no ha sido revelado.

La primera llamada difundida por los medios fue realizada por una abogada republicana y comentarista política, Barbara Olson, quien logró hablar dos veces, durante un minuto cada vez, con su marido, el jurista Ted Olson, representante del Gobierno federal en la Corte Suprema.

A bordo del Boeing 757 de American Airlines que impactó contra el Pentágono, Olson describió la situación: todos los pasajeros, la tripulación y los pilotos se encontraban en la parte de atrás y los secuestradores, armados con cuchillos y objetos cortantes, se habían hecho con los mandos del avión.

"¿Qué puedo hacer?

"¿Qué puedo hacer?', fueron sus últimas palabras. "Logró llamar desde el avión secuestrado. Ojalá hubiese sido sólo un secuestro, pero no fue así", dijo a The Washington Post Ted Olson, quien representó al presidente George W. Bush en la Corte Suprema en su batalla legal con Al Gore tras los comicios de noviembre.

Lo terrible es que Barbara Olson ni siquiera tenía que estar en ese avión: había reservado plaza para un vuelo del día anterior, pero lo cambió en el último minuto para desayunar con su marido porque era quería celebrar con él su cumpleaños.En total, los cuatro aviones transportaban a 266 personas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de septiembre de 2001