La caída de la Bolsa, la crisis en el sector estratégico de la aviación civil, la incertidumbre sobre el futuro de una economía que ya daba señales de agotamiento y los millones de afectados directa e indirectamente por los atentados del día 11 han llevado al presidente George Bush a intervenir directamente en el sistema económico con nuevas propuestas de reducción de impuestos y patrocinio de ayudas a las aerolíneas, que los responsables del sector quieren alcancen los 24.000 millones de dólares. 'El presidente cree que el Gobierno debe intervenir', dice uno de sus portavoces. 'Éstos no son tiempos normales'.
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Antes del dia 11, las reclamaciones presupuestarias del presidente para Defensa eran rechazadas por los demócratas con el argumento de que ponían en peligro la dotación de la Seguridad Social, ahora se calcula que los 40.000 millores de dólares (7,2 billones) de ayuda de emergencia hipotecan la Seguridad Social este año y el próximo. En esos 40.000 millones aprobados la pasada, la mitad de ellos dedicados a la reconstrucción del distrito financiero de Manhattan, no había nada previsto en concreto para el sector aeronáutico, pese a ser un sector estratégico que está al borde del hundimiento, con recortes en vuelos (23%), reducción de pasajeros, mayores gastos en seguridad y despidos por decenas de millares (25.000 ya confirmados).
La Asociación del Transporte Aéreo, que agrupa al sector en EE UU, calcula que este año se van a perder entre 5.000 y 7.500 millones de dólares y ha pedido 24.000 millones de dólares (4,3 billones de pesetas) con carácter de urgencia, 9.000 millones más que los que contempla al plan de ayudas que está bloqueado en el Congreso. En las reivindicaciones, las aerolíenas incluyen 11.200 millones de créditos garantizados, 7.800 millones en rebajas fiscales y 5.000 de ayudas directas.
Reunión con las empresas
El secretario de Transporte, Norman Mineta, se reunió ayer con los máximos responsables de las principales aerolíneas (America Airlines, United Airlines, Northwest, US Airways, Delta para tratar de las ayudas reclamadas. United se sumó ayer a los recortes de empleo ya anunciados por Continental y US Airways. Planea despedir a 20.000 trabajadores, el 20% del total. "El presidente y su Administración se han comprometido a trabajar con el sector y el Congreso para ayudar a mantener la fuera de nuestra aviación", dijo Mineta, quien reconoció que "el sector ya estaba atravesando dificultades antes incluso de este despreciable acto terrorista".
La subida del precio del combustible y la reducción en el número de viajeros en la clase de negocios debido al enfriamiento de la economía ya tenían a las companías en números rojos. Perro por el momento no se conoce ningún detalle concreto sobre el volumen o la forma de las ayudas, sólo la voluntad política de proporcionarla.
Todas estas ayudas tienen que ser incluídas en unos presupuestos que deden entrar en vigor el próximo día 1 de octubre, para los que quedan todavía por aprobar 13 leyes básicas. Los demócratas quieren evitar que en la urgencia por sacar adelante toda la legislación, la Administración introduzca medidas partidistas no relacionadas con la actual crisis.
Las compañías aéreas, que el lunes perdieron el 40% de su capitalización en Wall Street, recibieron ayer un cierto alivio. La cotización de las principales compañías subían una media del 3% a partir del desastroso cierre del primer día en que se sometieron a los inversores tras los atentados de la pasada semana.
En Europa no le han ido mucho mejor las cosas a las aerolíneas más importantes cuyas acciones acumulan fuertes pérdidas desde los atentados del martes, día 11. Así, Lufhtansa ha cedido desde ese día un 31,4%; KLM, un 34,1%; Air France, un 35,1% y Alitalia, un 25%. La española Iberia, con un desplome del 24,7%, se sitúa entre las menos afectadas.
Las empresas de armamento, que experimentaron el lunes fuertes subidas ante las perspectivas de un mayor gasto militar, moderaron ayer notablemente sus ganacias o se depreciaron, a la espera que se concreten los nuevos planes de defensa. Según algunas fuentes, los gastos militares pueden incrementarse hasta en 30.000 millones de dólares anuales, de aquí a 2005.
Las grandes aseguradoras, cuyos valores se vieron fuertemente golpeados en los primeros días con las imágenes de las Torres Gémelas desplomándose que hacían augurar fuertes indemnizaciones, se han recuperado a medida que pasan los días. Gigantes europeas como Munich Re (-4,5%), Axa (-20,2%) o Allianz (-8,48%) han ennjugado gran parte de las pérdidas de los primeros días tras la catástrofe.
La propuesta de intervención de los poderes públicos en el libre juego de la economía de mercado es un tabú en EE UU que está a punto caer. "Estoy seguro de que podemos trabajar con el Congreso para poner en marcha un paquete de estímulos económicos que envíe una clara señal a los inversores de que el Gobierno va a actuar", dijo el presidente en su visita del lunes al Pentágono, perfecto marco para establecer una relación entre economía y situación de guerra.
Los atentados y el desplome de Wall Street han venido a agudizar una situación económica que ya bordeaba la recesión, con un crecimiento durante el pasado trimestre del 0,2%. El vicepresidente Dick Cheney dijo el domingo que el país estaba en recesión, aunque el secretario del Tesoro, Paul O' Neill, corrigiera luego al anunciar que la economía remontará a finales de año. Las perpectivas son pésimas para los datos correspondientes al tercer trimestre, tras una semana en la que la economía ha estado en el dique seco y antes de la cual los beneficios empresariales eran magros, Wall Street se movía a la baja y las cifras de paro crecían de semana en semana en una atmósfera de incertidumbre.
Los demócratas objetan algunas de estas medidas, en particular los beneficios a las ganancias de capital, y reclaman que haya un acuerdo antes de realizar propuestas, para evitar el enfrentamiento político en momentos en que el país no toleraría muestras de desunión.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de septiembre de 2001