Antes de que acabe el fin de semana, el presidente de EE UU, George W. Bush, pondrá su firma en una orden ejecutiva que identifica a varios grupos islámicos como culpables de terrorismo. El documento proporciona al Pentágono la primera lista de objetivos para un ataque militar sobre campamentos de Bin Laden en Afganistán que, según fuentes de la Casa Blanca, puede ser inmediato. A esa primera fase operativa seguirá otra a medio y largo plazo, amplia en los objetivos y aún sin definir.
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Mientras, la maquinaria militar se refuerza: al centenar de aviones de combate enviados el jueves hacia la zona del Golfo Pérsico se unieron ayer ocho bombarderos B-52. Los aviones salieron de su base de Luisiana sin que se revelara su destino. Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, ha firmado más órdenes de despliegue que permiten el envío de bombarderos pesados, técnicos de apoyo y tropas de élite del Comando de Operaciones Especiales del Ejército.
350 aviones de combate
Un buque de asalto y el portaaviones Kitty Hawk, ambos con base en Japón, se dirigen también a la zona, en la que hay ya en torno a 350 aviones de combate estadounidenses. Además, informa la agencia rusa Interfax, dos aviones norteamericanos de transporte militar C-130 llegaron ayer a una base área de Uzbekistán, antigua república soviética fronteriza con Afganistán. Según la misma agencia, en los aviones viajaban un centenar de militares estadounidenses con numerosos equipos técnicos.
Además, el Pentágono anunció ayer que 5.172 reservistas más habían sido llamados al servicio activo. Sobre los 35.000 reservistas que Bush anunció que iban a ser movilizados durante la campaña para reforzar la defensa del territorio estadounidense, 10.303 ya han sido incorporados a filas.
En Washington y según altos cargos del Gobierno citados por The New York Times y Associated Press, Bush se dispone a firmar un texto que puede muy bien convertirse en la antesala de una orden de ataque a Afganistán. El documento identificará con mayor o menor precisión el nombre y las localidades desde las que supuestamente operan algunos grupos terroristas ligados al fundamentalismo islámico. También se congelarán cuentas bancarias y entramados financieros que puedan tener alguna relación con redes terroristas.
Sin embargo, la Casa Blanca sigue mostrándose cauta a la hora de nombrar a Bin Laden como responsable último de las acciones terroristas en Nueva York y Washington. El Gobierno sabe que los ciudadanos esperan una acción militar rápida y contundente. Definir unos objetivos amplios permite a Bush ordenar ataques sin tener que supeditar el éxito de esa operación a la captura o la aniquilación de Bin Laden. El Gobierno sabe que será difícil demostrar una vinculación directa entre los secuestradores y el terrorista saudí que los medios han convertido en la personificación del terror. Bush no puede emular el golpe de efecto de Kennedy cuando distribuyó fotografías que demostraban el desplazamiento de misiles soviéticos hacia Cuba en 1962.
El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, siempre se ampara en el secreto de la investigación cuando se le pregunta si hay o no pruebas de que Bin Laden ordenase los atentados del 11 de septiembre. Al mismo tiempo, un alto cargo del Gobierno citado por el diario neoyorquino asegura: "El presidente nos ha dicho que hay que empezar por Bin Laden, pero que no se debe terminar ahí". La misma fuente asegura que la Casa Blanca se inclina ahora por aplazar la decisión sobre si Irak debe incluirse en la lista de objetivos en las acciones más cercanas.
Según estas fuentes anónimas, hay "un consenso amplio" en el seno del Gobierno estadounidense sobre la necesidad de centrar las primeras acciones militares, quizá inmediatas, en los grupos que puedan ser responsables de los ataques. Del mismo modo, existe un "amplio debate" interno sobre qué se debe hacer después: atacar objetivos en países que dan cobijo a terroristas o esforzarse en presiones diplomáticas a esos Gobiernos bajo la amenaza de represalias militares. Ayer, Bush se reunió por videoconferencia desde Camp David con su Consejo de Seguridad Nacional. En su discurso radiofónico de los sábados sólo hizo referencia al desastre económico: "Mi aplauso va para las empresas que hacen un esfuerzo para evitar despidos en tiempos difíciles. Aun en este desafío, la economía americana es fundamentalmente fuerte".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de septiembre de 2001