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El Valencia despluma al colista ruso

El equipo de Benítez se dio un banquete de goles frente al Chernomorets

VALENCIA 5. CHERNOMORETS 0.

Valencia: Cañizares; Curro Torres (Albelda, m. 72), Ayala, Djukic, Carboni (Angulo, m. 45); Rufete, Marchena, Kily González; Mista (Salva, m. 30); Ilie y Sánchez.

Chernomorets: Guerous; Alyakrinskiy, Bezhenar, Pavlus, Erchov; Svistunov (Oreshchuk, m. 45.), Maiorov (Belgaov, m. 60), Shevchenko (Tlissov, m. 82), Osipov; Oleinik y Tchami.

Goles: 1-0. M. 6. Pase elevado de Marchena que remata de primeras Sánchez a gol. 2-0. M. 18. Gran pase raso de Kily González a Ilie, que marca con un tiro colocado. 3-0. M. 22. Rufete penetra por la derecha y su centro lo cabecea Sánchez en un remate cruzado. 4-0. M. 52. Salva cabecea un córner botado por Ilie. 5-0. M. 68. Rufete remata al segundo palo un centro raso del Kily.

Árbitro: Van Hegmond (holandés).

Unos 15.000 espectadores en el campo de Mestalla. El Valencia se clasifica por el global de 6-0.

No siempre es cierta la suma: a más delanteros, más goles. Pero a menudo. El Valencia jugó con tres delanteros por primera vez en la campaña y eso le sirvió para acabar con su racanería habitual. Eso y que el Chernomorets era flojísimo, sobre todo en defensa. Era momento de divertirse y algunos se lo pasaron de cine: Sánchez, Kily, Rufete e incluso Ilie, quien, puesto que el rival no mordía, se unió al banquete.

A falta de un adversario serio, los futbolistas del Valencia coleccionaron detalles de calidad. El cabezazo cruzado de Sánchez en el tercer gol fue uno de ellos. El centro enroscado de Rufete desde la derecha era bueno, cierto, pero el remate de Sánchez resultó excelente: se elevó, marcó los tiempos, giró el gaznate y cabeceó al poste contrario. Gol. Al portero ruso sólo le faltó aplaudir.

En Mestalla hubo anoche jugadores hambrientos de fútbol. Con ganas de hacerse un huequecillo en el equipo. Mista, el primero de ellos: buscaba el balón con voracidad, como si le fuera la vida en el intento. Pero, desgraciadamente, un golpe involuntario del meta ruso lo mandó al hospital a la media hora de partido. Inconsciente. Para entonces el Valencia ya llevaba tres goles en el zurrón, además de un tratado de regates, caños y desbordes que pusieron al colista ruso en evidencia.

Algunos de los muchachos de Benítez parecieron abusar de su superioridad técnica. Caso de Djukic, que se empleó con su majestuosidad característica, sin compasión por los chavales que tenía enfrente. O Kily González, que se escabullía con asiduidad de su marcador, con la rabia de quien se considera injustamente relegado a la suplencia en la Liga. También Cañizares, que se adornó en cada parada que venía de lejos.

Al Valencia le entró modorra tras el descanso. Y apareció un ruso diminuto (Osipov) que corría como una centella para despertar al respetable, que se quedaba traspuesto. Los goles de Sánchez, en todo caso, no pasaron inadvertidos entre sus compañeros, algunos de los cuales debieron sentir el lógico escozor: sobre todo Salva, que no se podía marchar de vacío de Mestalla. De ahí que entrara con ese ímpetu para cabecear a gol el centro de córner de Ilie.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de septiembre de 2001