Los aviones y misiles norteamericanos y británicos continuaron ayer golpeando Afganistán; a ellos se sumó un arma destinada a ganar protagonismo: el helicóptero. Según la agencia Reuters, un oficial norteamericano informó anoche de que helicópteros AC-130 atacaron objetivos en Kandahar y sus alrededores. Además, los aliados abrieron el frente propagandístico y lanzaron miles de octavillas. Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, insistió en que EE UU debe hacer más en ese frente y dedicó buena parte de su conferencia de prensa junto al general Richard Myers a la vertiente propagandística de la guerra.
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El secretario de Estado dijo que también se lanzaron 68.000 raciones alimenticias "para mostrar la amistad del pueblo norteamericano" e inmediatamente dio cuenta de que, por primera vez, se habían lanzado octavillas, cuyo contenido exacto reconoció desconocer, para decir a los afganos: "Les vamos a ayudar a expulsar a las fuerzas terroristas extranjeras".
Rumsfeld y el general Myers dieron cuenta de las acciones del pasado fin de semana y de los objetivos alcanzados: centros de mando y control, pistas aéreas, campos de entrenamiento de los terroristas, acuartelamientos, equipo móvil militar y depósitos de armas, uno de ellos en un túnel que cuando fue alcanzado estuvo ardiendo más de tres horas. Rumsfeld informó también de que los bombardeos se centrarán desde ahora también en el norte del país.
Ante la sensación de que se están acabando los objetivos militares iniciales, Rumsfeld respondió que conforme se tiene mejor información sobre lo que sucede en tierra se añaden otros nuevos blancos. Dijo, por ejemplo: "Los talibanes tienen aviones y helicópteros que no sabíamos que existieran y tienen otros que no hemos encontrado todavía".
El jefe del Pentágono habló de la muerte de cuatro civiles en un ataque equivocado y calificó de ridícula la cifra de 200 muertos de la que hablan las autoridades de Kabul. "Sabemos que Al Qaeda y los talibanes son unos mentirosos redomados, dicen en televisión cosas que no son ciertas", señaló el secretario de Defensa.
Rumsfeld puso inmediatamente en la balanza las bajas civiles de uno y otro lado: "Vamos a seguir tratando de evitar que haya bajas civiles. Pero no debemos olvidar que miles de personas murieron en Estados Unidos. En una campaña militar es inevitable que haya bajas civiles".Ante los crecientes riesgos de una operación militar que no parece dar resultados visibles y contra la que se levantan voces aliadas tan necesarias como la de Pakistán y Arabia Saudí, Rumsfeld declaró que "hay que hacer un mejor trabajo para evitar la confusión" que propagan los enemigos de EE UU e insistir en que la campaña no va dirigida contra una religión, ni un país ni un pueblo, sino contra los terroristas. "Nuestra causa es justa", insistió. "Si empezamos a ceder porque se nos va a atacar por defendernos, estamos perdidos. Y no vamos a estar perdidos".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de octubre de 2001