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Los unionistas radicales no ven razones para que sus grupos paramilitares entreguen las armas

El anuncio del IRA desconcierta a los más extremistas en el bastión protestante de Shankill Road

"Lo que nunca iba a pasar, ha pasado", proclamó el pasado martes, eufórico, el líder de los unionistas moderados, David Trimble. Casi al mismo tiempo, Billy Hutchinson, líder del muy radical y probritánico Partido Progresista del Ulster (PUP), afirmaba con cara de muy malas pulgas que no había ninguna razón para que los grupos paramilitares protestantes empezaran a entregar las armas. No hasta que el IRA haya completado el desarme.

La histórica decisión del IRA ha desconcertado a los radicales en Irlanda del Norte. Lo que nunca iba a pasar y ha pasado ha contrariado a los republicanos más intransigentes, pero ha agudizado el miedo a la paz de muchos unionistas. Pero la paz avanza. Y la violencia, aunque presente aún en la vida cotidiana, es cada vez más la excepción que la regla.

Shankill Road, el bastión protestante al oeste de Belfast, ya se ha convertido, casi, en una atracción turística. El taxista muestra, entre orgulloso y aburrido, los coloristas y violentos murales que adornan las fachadas de un inmenso y verde patio trasero con vocación de jardín vecinal, cuartel general todavía de muchos grupos paramilitares. O el espigado muro que aún separa Shankill Road y las casas católicas de Falls Road, testigo de tanta violencia en el pasado. "¿Quieren que les haga una foto?", se ofrece. "El muro lo van a conservar para enseñárselo a los visitantes", explica.

La paz desconcierta a los radicales, pero también hace dudar a los tibios. Marc Wallace, unionista de Shankill Road, cree que el IRA "ha tomado una muy buena decisión" al empezar a destruir sus armas y afirma también que David Trimble "está haciendo un buen trabajo". Pero al mismo tiempo advierte que "es difícil confiar en el IRA" y que los paramilitares protestantes no han de entregar las armas. "En un mundo perfecto no habría ningún arma, pero no creo que ellos tengan que hacer seguidismo de lo que hagan el Sinn Fein o el IRA". Junto a él está Robert, 25 años de desencanto. "La verdad es que no me importa nada todo esto. Estoy acostumbrado a esta situación, es como mi segunda piel. Ésa es la forma en que lo veo. No me interesa. David Trimble y éstos tienen que hacer su trabajo. Pero a mí no me interesa".

Joan, amable y jovial, sube atribulada por Shankill Road. La entrega de armas del IRA hace crecer sus esperanzas. "Esperamos que esta vez de verdad tengan éxito. Pero, con este clima político, ¿quién sabe?", dice.

"Está usted entrando en la lealista Sandy Row, corazón de los Luchadores por la Libertad del Ulster", advierte el mural en este pequeño enclave radical al sur de Belfast, cerca del centro. Steven, tímido, mediana edad, apura su cerveza en un sórdido pub, punto de encuentro de radicales lealistas. Él no lo parece, pero debe serlo. ¿Apoya usted a Trimble? "No realmente. Pero le conozco y no es el peor hombre del mundo", responde. "El que está haciendo daño aquí es Tony Blair", añade de inmediato. "Está apoyando al IRA".

[Anoche, un soldado británico resultaba herido por un cóctel mólotov en disturbios entre bandas probritánicas y católicas en Glenbryn Drive, informa Reuters].

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 27 de octubre de 2001