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COLUMNA

Lo previsible y gratas novedades

Después de todo el alboroto generado por la segunda edición de los premios Grammy Latinos, sólo se puede hablar de anticlimax. La descerebrada polémica generada en Miami por la presencia de artistas de la Cuba castrista se ha desinflado: los votantes de LARAS, la rama latina de la NARAS estadounidense, han seguido su línea de mejor-no-menear-nada y han encumbrado a Celia Cruz o al difunto Tito Puente. Igual conservadurismo cabe atribuir a la lluvia de premios gordos para Alejandro Sanz: El alma al aire, canción y disco hiperpromocionados, no pertenecen a la categoría de obras inolvidables y marcan una miamización del madrileño que uno desearía fervientemente se remediara con el próximo Desenchufado y siguientes trabajos.

Una decepción particularmente hiriente es el olvido del histórico Calle 54, disco doble nacido de la pasión de Fernando Trueba por el jazz latino. Otra vez, se aprecian los automatismos de unos miembros que apuestan por los nombres ya consagrados o con resonancia fuera de los medios hispanos. Eso tal vez pueda explicar que Vicente Amigo haya derrotado a discos tan populares en España como los de José Mercé o Estrella Morente: la guitarra es la faceta más difundida internacional de la música flamenca. De todos modos, Ciudad de las ideas es un disco perfectamente defendible, algo que no se podría afirmar de Mi reflejo, la prematura incursión de Cristina Aguilera en el español.

Los votantes sí han hilado fino en otras categorías: casi todos los premios brasileños o argentinos son razonables, al igual que los correspondientes a la música chicana; Chichi Peralta representa una vía luminosa en la música dominicana. El folclor del Caribe también se ha impuesto sobre los modernizados aires celtas de Hevia o el gran Carlos Núñez: el Grammy para All Stars de la Rumba Cubana debería ser considerado como una invitación a redescubrir esa prodigiosa mezcla de lo africano y lo español que es la rumba.

Quizás lo más significativo de esta tanda de tan infortunados premios sea la pedrea recogida por Juanes. Con su pop modernizado, enraizado en la música tradicional, cargado con letras testimoniales, el artista colombiano hace sospechar que está en marcha un cambio de paradigmas: una evolución de las cínicas ensaladas tropicales envasadas el vacío en Miami hacia combinaciones más afiladas y cosmopolitas. El premio para Aterciopelados también da poderoso testimonio de la creatividad en Colombia, a pesar de todas las circunstancias en contra.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 31 de octubre de 2001