El último esfuerzo negociador en la Cumbre del Clima de Marraquech permitió esta madrugada cerrar los detalles para llegar a un acuerdo sobre la aplicación del Protocolo de Kioto de reducción de gases de efecto invernadero. Tras una tensa jornada, en la que se hizo patente la escasa disponibilidad para salvar escollos de los países del llamado Grupo Paraguas (sobre todo Canadá, Japón, Australia y Rusia), se produjo la convergencia de estos últimos con la UE y los países en vías de desarrollo y se alcanzó un pacto global que, a las dos y media de la madrugada, seguía pendiente de la ratificación plenaria.
El objetivo de la cumbre del clima de Marraquech, que arrancó el pasado día 29, es finalizar los desarrollos técnicos del Protocolo de Kioto para que entré en vigor, a ser posible el año que viene, y se pueda llevar adelante la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (un 5,2% en los países industrializados entre 2008-2012 tomando como referencia el nivel de 1990).
Del paquete global de acuerdo propuesto el jueves, cinco puntos con contenidos técnicos acerca de las normas de cumplimiento del Protocolo de Kioto, pero con implicaciones estratégicas no despreciables, fueron los elementos de la discordia. La Unión Europea y el G77+China (países en vías de desarrollo) habían manifestado su acuerdo al documento global el jueves, y el Grupo Paraguas su disconformidad. A lo largo de ayer, los dos primeros equipos negociadores intentaron obtener propuestas alternativas a los puntos conflictivos por parte de Canadá, Japón, Australia y Rusia. Tardaron en lograrlo. Japón fue, una vez más, el más firme resistente a cualquier concesión. Pero finalmente surgieron fórmulas de entendimiento.
La tarea desarrollada en esta Séptima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas ha consistido en completar los detalles técnicos del acuerdo político alcanzado en Bonn en julio pasado sobre los reglamentos del Protocolo de Kioto. Aquel acuerdo político fue calificado de éxito rotundo, puesto que despejaba el camino hacia la puesta en marcha del Protocolo. Sin embargo, el camino, como se ha visto finalmente en Marraquech, no quedó tan despejado y las posturas de algunos países del Grupo Paraguas hizo que muchos se preguntasen ayer acerca de la credibilidad de las declaraciones favorables a la ratificación del Protocolo realizadas, principalmente, por Japón y Canadá.
"El Protocolo de Kioto es un paso en un proceso mucho más largo; no es perfecto, no lo fue en 1997 (cuando se aprobó) y no lo es ahora", explicó ayer Raúl Estrada, ahora jefe de la delegación argentina y el artífice más destacado de dicho acuerdo. "El Protocolo es una vía significativa para modificar las tendencias de crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que pasa es que ahora la gente ve los árboles y pierde de vista el bosque", añadió.
Pero un 5,2% de reducción, como establece el protocolo no parece muy significativo. "En 1997, las emisiones iban creciendo fuertemente y se tomó como punto de partida de las reducciones 1990. Las proyecciones de crecimiento si no se hacía nada, eran muy altas y ese 5,2% en realidad suponía reducir cerca de un 30% , concluyó Estrada.
El paquete global de acuerdo incluye la declaración que la Convención del Clima debe hacer el próximo mes de septiembre en la cumbre de Desarrollo Sostenible, Río +10, que se celebrará en Johanesburgo.
El documento, muy blando para la Unión Europea, se refiere al Protocolo de Kioto escuetamente en un par de líneas, indicando que "se toma nota de las decisiones contenidas en el Acuerdo de Marraquech (caso de aprobarse por fin) abre la vía hacia el calendario de entrada en vigor del Protocolo de Kioto". EE UU, participante en la cumbre como miembro de la Convención aunque ha rechazado el Protocolo, quería una alusión mínima a éste.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de noviembre de 2001