La derecha nacionalista israelí ha iniciado una rebelión abierta contra Simón Peres. La declaración solemne del ministro de Exteriores ante la Asamblea General de la ONU apoyando la creación del Estado de Palestina ha colmado la indignación de los radicales nacionalistas, que han asegurado que abandonarán el Gobierno de unidad nacional y harán caer al jefe del Gobierno, Ariel Sharon, si éste no destituye fulminantemente al jefe de la diplomacia de Israel.
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'Es un terrible error y un absurdo permitir a Arafat erigir un Estado terrorista en el corazón de Israel', ha anunciado el ex primer ministro Benjamín Netanyahu, colocándose en cabeza de este sector crítico nacionalista.
Estas primeras críticas de Netanyahu están siendo secundadas por otros sectores radicales, entre los que se encuentran el nuevo ministro de Turismo, el ultraderechista Beny Eilon, y el Consejo de Implantaciones Judías de Cisjordania y la banda de Gaza, que amenazan con retirar su apoyo a Ariel Sharon y poner fin al Gobierno de unidad nacional si éste no expulsa del Ejecutivo a Simon Peres.
La rebelión encabezada por Netanyahu ha conseguido contar también con el apoyo de un sector importante del partido nacionalista Likud, que se siente profundamente preocupado y desorientado por la política de colaboración que Sharon mantiene con el laborismo, en detrimento de su propia organización, al tiempo que niegan cualquier tipo de concesión a los palestinos mientras piden un liderazgo duro y firme.
Las aclaraciones, matizaciones y disculpas de Simon Peres, que ya en el momento del discurso aseguró que sus palabras no reflejaban la opinión oficial del Gobierno de Israel, no han hecho más que empeorar las cosas, añadiendo a las críticas la ira de otros sectores, que creen que es inconcebible que un ministro de Exteriores pueda hablar además desde la Asamblea General de la ONU a título personal.
'Es vergonzoso que un jefe de la diplomacia se exprese de esta manera, como si él no representara ni al Gobierno ni al Parlamento', añadió el ministro de Medio Ambiente, Tsahi Hanegbi, apoyando así las descalificaciones del encargado de Interior, que acusaba a Peres de 'atentar contra la seguridad de Israel y de haber animado al terrorismo', ofreciéndoles un Estado como premio.
La ofensiva de la derecha contra Peres se produce en un momento diplomáticamente incorrecto, mientras la troika europea, encabezada por el primer ministro belga, Guy Verhofstad; el representante de Política Exterior y de Seguridad de la UE, Javier Solana, y el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, inician una ofensiva en la región tratando de sentar a israelíes y palestinos a la mesa de negociaciones, cooperando así con el esfuerzo que en este sentido está haciendo la Casa Blanca.
Ajenos a esta polémica, millares de palestinos -cerca de 100.000 según las fuerzas de seguridad- acudieron ayer a la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén para orar con ocasión del primer viernes del mes sagrado del Ramadán. Un cordón policial compuesto por más de 3.000 agentes de seguridad y soldados mantuvo ayer cercada durante todo el día Jerusalén, impidiendo a un gran número de fieles, originarios de Cisjordania, llegar hasta la mezquita de Al Aqsa.
Los palestinos se disponen a vivir, en medio del asedio y la miseria, el segundo Ramadán de la segunda Intifada. El levantamiento parcial de algunos de los bloqueos de las carreteras y ciudades de Cisjordania no parecen entusiasmar a los palestinos, que, desconfiados, prefieren quedarse en sus casas y cancelar las visitas habituales a sus familiares antes que correr el riesgo de ser detenidos en cualquier control inesperado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de noviembre de 2001