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El Banco Mundial asume que debe ayudar más a los países pobres

Pide que se supediten a planes efectivos

Ministros de Economía y gobernadores de bancos centrales de todo el mundo estuvieron de acuerdo ayer en la reunión del Banco Mundial en que los países pobres serán los más perjudicados por el actual enfriamiento de la economía, agravado por los sucesos del 11 de septiembre. Entienden que la pobreza es una de las principales amenazas para la paz y que serán necesarias más ayudas. Pero para combatirlas no habrá cheques en blanco. Las ayudas financieras adicionales deberán supeditarse a políticas sólidas de desarrollo y programas reales de lucha contra la pobreza.

A partir del 11 de septiembre, "el mundo es diferente, más integrado y tiene que haber más unión entre países pobres y desarrollados pobres y desarrollados porque la alienación, la pobreza, la violencia, la ira son una amenza para la paz y la prosperidad en todo el mundo", declaró Yashwant Sinha, ministro indio de Hacienda y presidente del Comité de Desarrollo del Banco al presentar las conclusiones de la reunión de este organismo. James Wolfensohn, presidente del Banco, enfatizó la idea de que ya no puede hablar de dos mundos distintos tras los ataques terroristas.

Los reunidos reconocieron que "la pobreza en muchos países en vías de desarrollo probablemente se agravará porque estos acontecimientos han agudizado el enfriamiento previo de la economia global, que ya habia llevado a menores exportaciones y caída de precios de las materias primas". Además esta situación se reflejará en un mayor número de refugiados, menores inversiones privadas por la aversión al riesgo y menores rentas por turismo debido al temor a viajar, según el comunicado final.

Los ministros alentaron al Banco a intervenir, pero subrayaron dejando claro que habrá ayudas adicionales para aquellos países pobres que ya han cumplido los planes de reforma, y hay voluntad de prestárselas a aquellos otros cuyo calendario de reformas se vea afectado por el 11 de septiembre. Pero no habrá dispendios. "No esperábamos que la gente viniera a esta reunión con sus chequeras", señaló Wolfensohn, quien sin embargo, dijo que "más ministros que nunca han hablado sobre el incremento de las ayudas al desarrollo, aunque no hay consenso". En este sentido, hay una seria discrepancia sobre si las ayudas deben revestir la forma de créditos o deben cambiarse por donaciones destinadas a programas efectivos de lucha contra la pobreza.

En este sentido, el secretario del Tesoro norteamericano, Paul O'Neill, un hombre de empresa, quiere que el Banco introduzca parámetros de productividad en sus políticas crediticias, idea que, entre otros, también apoya el Gobierno español. El ministro de Economía, Rodrigo Rato, manifestó ayer que hay que ver qué políticas son efectivas en la lucha contra la pobreza y cuáles no y actuar en consecuencia. Rato, que en la reunión del Banco Mundial representa a países centroamericanos y del Caribe, subrayó la importancia de la crisis para estos países, "en alguno de los cuales el turismo es casi un monocultivo".

El ministro comentó que España mantiene su compromiso de ayudar a los países más necesitados y puso como ejemplo los 100 millones de dólares con que contribuirá a un fondo de reconstrucción de Afganistán.

Junto a los países pobres, ayer seguía siendo protagonista Argentina, "que cuenta con la amistad y la cooperación de España", según Rato, quien mantuvo un encuentro con Domingo Cavallo, su homólogo argentino, quien también se entrevistó con el director del FMI, Horst Koehler. La conversación fue constructiva, según Claudio Loser, responsable para Latinoamérica del FMI.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 19 de noviembre de 2001