Corría junio de 2000 cuando se produjo un hecho insólito: un entrenador nacido en España, Javier Irureta, ganaba la Liga; otro, Paco Flores, español también, la Copa del Rey, y otro, Vicente del Bosque, natural de Salamanca, la Liga de Campeones. Tan sólo dos años antes, en la temporada 97-98, los cinco técnicos cuyos equipos quedaron clasificados en los cinco primeros puestos de la Liga eran extranjeros. Hoy, esos cinco mismos puestos los ocupan conjuntos dirigidos por entrenadores españoles, lo que no resulta precisamente extraño cuando la presencia de éstos en la Liga es avasalladora: 17 de 20. Jupp Heynckes (Athletic), John Toshack (Real) y Sergio Kresic (Las Palmas) son las excepciones.
Buena culpa de que el entrenador español esté de moda la tiene Irureta, el hombre que en ese histórico 2000 conquistó el título y rompió una racha que duraba 15 años -desde que Luis Molowny lo hiciera con el Madrid en la campaña 1985-1986-. Quince años en los que, indefectiblemente, la Liga la ganaba un extranjero. Hasta que Irureta diseñó el mejor Depor de la historia.
"En la pasada jornada de la Liga de Campeones, los tres equipos españoles marcamos los mismos goles que el resto: ocho. Es un dato, ¿verdad? El entrenador de aquí es el que más sintoniza con el fútbol español. Hubo épocas en las que el técnico extranjero estaba más preparado. Hoy, no". Así explica la situación Irureta, de 53 años, un técnico que en los últimos 12 años ha colocado a sus equipos entre los diez primeros en diez ocasiones.
"El éxito de hace dos años ha sido contagioso" explica el técnico del Depor; "nosotros ganamos la Liga, Del Bosque la Copa de Europa y Flores la del Rey. Antes, no nos daban buenos equipos. Los extranjeros tenían cierto halo. Los españoles conocemos la idiosincrasia del país, de las regiones y también del fútbol".
Los datos dan la razón a Irureta. Un ejemplo: en la temporada 1996-1997, con una Liga de 22 equipos, de los 11 primeros de la clasificación, ocho sentaban a un foráneo en su banquillo, mientras que de los 11 que quedaron de la mitad de la tabla para abajo, 10 tenían uno español.
Conocer la idiosincrasia del país y la del fútbol. ¿Es eso suficiente? ¿No hay nada, en el terreno táctico, que haga reconocible al técnico español? "El entrenador de aquí tiene un sello: es práctico, pero le da importancia a jugar bien", cuenta Irureta. "La línea de juego", explica, "es cada vez más atrevida porque llegan entrenadores jóvenes que apuestan por el riesgo. En Italia, en cambio, la mayoría son italianos y entienden la filosofía del calcio: amarrar, evitar errores y aprovechar la calidad de los delanteros. En España ahora se practica mejor fútbol, se arriesga más".
Irureta vive acunado por el éxito desde hace tiempo. Pepe Mel, todavía no. Con 38 años, el entrenador del Tenerife es el más joven de Primera. Pero su pensamiento es similar. "Están llegando a los banquillos una serie de ex futbolistas bien cualificados. Es beneficioso que la élite esté cubierta con técnicos nacionales: el Valencia, el Depor, el Madrid y el Barça. Tenemos la mentalidad latina: no sólo vale ganar, la gente va al fútbol para ver otras cosas. Hay que dar un poco más. El Bernabéu, el Camp Nou o Mestalla no se conforman con ganar. Y los modestos tenemos dos formas de intentar mantener la categoría: metiendo a todo el mundo atrás o hacer fútbol y ganar, que es lo que nosotros queremos. El fútbol español se da cuenta de que lo nuestro no es peor que nada. Le digo una cosa: sin Del Bosque en el Madrid, Pavón no jugaría", sentencia Mel.
Igual que Mel, Txetxu Rojo, de 55 años, del Zaragoza, considera vital la senda marcada por los grandes: "Están apostando por los españoles y eso es bueno. Antes había un poco de snobismo. Pero es normal: si nosotros fuéramos a otro país, también tendríamos más dificultades".
Ese snobismo del que habla Rojo se tradujo en la contratación de un buen número de técnicos de fuera absolutamente desconocidos. "Se está observando que el extranjero no saca el rendimiento necesario que pide la entidad", reflexiona Víctor Muñoz, técnico del Villarreal, de 44 años; "se busca a la gente que conoce el club, las costumbres, la sociedad, el gusto del público, los rivales, la Liga, los jugadores... Las nuevas tecnologías permiten que se haya acabado aquello de que cada entrenador tiene su librillo. Hay que evolucionar constantemente, comunicar, trasmitir..."
"¿Que hay muchos técnicos españoles? Sí, pero son rachas, costumbres que vienen y van", dice Vicente Del Bosque, el actual campeón de Liga, que, a diferencia de sus compañeros, despoja de trascendencia al lugar de nacimiento, según informa Diego Torres: "Ha habido épocas de yugoslavos, holandeses, británicos... Lo que se debe mirar es si son buenos o malos. Si son españoles o extranjeros, ¿qué más da? ¿De qué me sirve un español si no es bueno? Para mí, sería más fácil decir que sí, que los españoles son mejores. Pero no me gusta ser radical en eso".
Y para hacer más creíble su teoría, Del Bosque, de 51 años, echa mano de un puñado de ejemplos: "En mi época entrené con Miljanic y Boskov, y de los dos he aprendido cosas. Los dos se han identificado y han entendido la idiosincrasia del Madrid. Y me consta que Capello, Beenhakker o Heynckes también la comprendieron. No hay que poner fronteras al fútbol ni a nada. Si fuera por poner fronteras, al Madrid sólo lo entrenarían los técnicos del barrio del Pilar".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de noviembre de 2001