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'Desde que nació 'Dolly' sabíamos que esto iba a pasar'

La clonación del primer embrión humano para fines terapéuticos era simplemente "cuestión de tiempo". Al menos así lo creen buena parte de los investigadores que, de un modo u otro, están vinculados a este tipo de investigaciones. "Desde el nacimiento de Dolly sabíamos que esto iba a pasar", señala Pere Puigdoménech, director del Instituto de Biología Molecular de Barcelona (CSIC). Josep Egozcue, catedrático de Biología Celular de la Universidad Autónoma de Barcelona, no sólo está de acuerdo, sino que cree que cualquier laboratorio español que trabaje con técnicas de micromanipulación podría haberlo conseguido. "Pero nos hubieran metido en la cárcel", dice en relación al actual sistema legal.

El trabajo llevado a cabo por Advanced Cell Technology (ACT), señalan ambos investigadores, parte de la misma técnica que empleó el Instituto Roslin de Edimburgo para la clonación de Dolly. Pero, a diferencia de entonces, en que se tomaron células adultas de la ubre de una de sus madres biológicas, la empresa biotecnológica norteamericana ha utilizado células de piel, mucho más asequibles, a las que han extraído su núcleo para implantarlo en un óvulo no fecundado, del que, previamente, se había extraído su material genético.

La técnica, denominada transferencia nuclear, permite iniciar los primeros pasos de la formación de un embrión. Si éste se implantara en el útero de una mujer, podría dar lugar a un nuevo ser vivo, pero si se manipula a los pocos días de su formación, pueden extraerse células madre de las que, en teoría, pueden derivarse diversos tipos de células y eventualmente tejido para trasplante. Esta segunda opción se denomina clonación terapéutica.

"El primer paso"

Los resultados de ACT, indica Puigdoménech, definen "el primer paso esencial" de la clonación terapéutica. Esto es, obtener la materia prima fundamental de la que extraer células madre con una carga genética idéntica a la de su receptor. Con ello se evitaría el rechazo inmunológico, un fenómeno natural que se activa en todo organismo cuando sus sistemas de defensa detectan la entrada de un cuerpo extraño.

Puigdoménech concluyó que los recelos a la clonación terapéutica proceden precisamente del hecho de que, una vez resuelta técnicamente, abre dos dilemas éticos: la antes citada destrucción de embriones y su uso, fraudulento o no, para engendrar hijos clónicos. "Afortunadamente", dijo en alusión a Dolly, "las probabilidades de éxito son tan remotas que pocos se atreverán". "Pero siempre habrá algún loco que quiera intentarlo", zanja.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de noviembre de 2001