Fernando Checa siguió ayer cumpliendo las citas previstas en su agenda, siempre fuera del museo, y participó por la mañana en una reunión en la Gerencia de Infraestructuras y Obras del Ministerio de Cultura, sobre la ampliación del museo, y por tarde, en la Fundación Amigos del Museo del Prado. Desde que el pasado viernes Serra comunicó a Checa que iba a ocupar su despacho de la última planta del edificio de oficinas situado a la espalda del edificio Villanueva -lo que hizo efectivo el lunes-, el dircctor no ha aceptado el "cambio de despachos", como se califica en el museo. "El lunes pasado fui desalojado de mi despacho. Serra no dijo nada de la pérdida de confianza, sino que iba a ocupar mi despacho, sin más, y así lo hizo. Simplemente, no tengo lugar para trabajar", declaró a Efe.
Checa ha permanecido cerca de seis años como director del Prado. El cargo ha conocido cuatro directores en la última década, y Alfonso E. Pérez Sánchez bate el récord de permanencia, con ocho años, hasta que fue destituido por firmar una protesta por la guerra del Golfo. Pérez Sánchez declaró a Efe que con la dimisión de Checa "se ha perdido mucho, y es un índice muy claro de la tensión que se produce cuando hay fuertes intromisiones políticas en el ámbito de la cultura".
La gestión de Checa ha sido apreciada por la mayoría de los miembros del patronato, salvo algunas posturas críticas y públicas a sus planteamientos, como las de Pérez Sánchez y Fernando Chueca. Uno de sus vocales, Alfredo Pérez de Armiñán, elogió ayer el trabajo de Checa. "La gestión de Checa es buena, sobre todo por el plan museográfico de 1997, una pieza clave para la ampliación del museo y cubrir sus necesidades. Es un hecho esencial e histórico, que permitió, tras el fracaso de 1996, poder salir adelante el concurso internacional al año siguiente, con el proyecto de Moneo. También es importante la renovación del equipo científico, con la entrada de nuevos conservadores".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de noviembre de 2001