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Reportaje:

Año 2 del secuestro de Georgia

Las familias de los dos empresarios españoles exigen la liberación antes de pagar un segundo rescate

"Tenemos el dinero y estamos dispuestos a pagar, pero, antes de soltar ni un solo dólar, exigimos la liberación". Ésta es la postura de los familiares de los empresarios españoles José Antonio Tremiño y Francisco Rodríguez, secuestrados hace hoy un año en las afueras de Tbilisi, capital de la república ex soviética de Georgia.

Un primer pago en dos entregas de 300.000 dólares (unos 54 millones de pesetas), efectuado el 31 de agosto y el 1 de septiembre, no sirvió para nada. Por eso, ahora piden garantías. Para completar el importe del segundo rescate reclamado (250.000 dólares), las dos familias abrieron una cuenta especial en la que se recaudaron 14 millones de pesetas.

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"Lo más desesperante es la falta de información", asegura Rosa Marquina, esposa de Francisco Rodríguez, y que ha convertido en cuestión de honor no venirse abajo. "Hasta marzo", asegura, "no tuvimos la primera petición de rescate, y era descabellada, nada menos que cinco millones de dólares. Hicimos saber a los secuestradores que pagar esa cantidad estaba totalmente fuera del alcance de las familias. Luego estuvimos sin saber nada hasta finales de agosto, cuando pudimos hablar con Paco y José Antonio, la primera prueba auténtica de que estaban vivos. También llegaron unas fotografías tremendas. Aparecían desnudos de cintura para arriba, con una metralleta apuntándoles a la cabeza, junto a un periódico del mes de julio".

La última vez que Rosa escuchó la voz de su marido fue hace cinco días, cuando, a las dos de la madrugada, sonó su teléfono. "Te quiero mucho", le dijo Francisco. "Tenéis que hacer lo que ellos digan. Pagad o nos van a matar". Su esposa no tuvo oportunidad de preguntarle siquiera cómo se encontraba, ni de inquirir noticias de su compañero de cautiverio. Belén, la esposa de José Antonio Tremiño, había recibido una llamada similar un mes antes.

Los secuestradores (al parecer, una amalgama de delincuentes con fuerte participación chechena) están forzando la situación. Flota en el ambiente un ultimátum sin plazo límite, que, por primera vez desde aquel fatídico 30 de noviembre de 2000, incluye, además de la amenaza de muerte, otras casi tan pavorosas: tortura o mutilaciones.

Las autoridades georgianas se oponen ahora rotundamente a que los familiares de los dos secuestrados viajen a Georgia con el dinero del rescate, pero los bandidos aseguran que eso no les importa. "Según ellos, ése es nuestro problema, y nos piden que busquemos cualquier forma de llegar hasta Pankisi y entregarles el dinero. Si no lo hacemos, prometen que recibiremos lo que llaman un vídeo muy curioso", asegura Juan Rodríguez, hermano de Francisco. Una referencia apenas velada a las filmaciones espeluznantes de las torturas a varios rehenes de bandas chechenas en los últimos años. "En cualquier caso", añade Juan, "no pagaremos si antes no los sueltan. Si pagamos antes, los matarán. Estas familias ya han sido estrujadas al límite. No tendríamos forma humana de hacer ningún otro pago. Hasta que no veamos a Paco y José Antonio en una embajada occidental, o mejor aún, en el aeropuerto de Tbilisi, no abonaremos el rescate". Precisamente en la carretera que conduce de la capital georgiana al aeropuerto se produjo el secuestro la madrugada del 30 de noviembre de 2000.

A finales de agosto, Antonio Rodríguez y Luis Tremiño entraron en el desfiladero de Pankisi, un avispero fronterizo con Chechenia en el que supuestamente se encuentran sus respectivos hermanos. Allí efectuaron el pago exigido de 300.000 dólares. Pero la liberación no se produjo. Los secuestradores aducen que sólo una pequeña parte de esa cantidad llegó a su poder, y por eso exigieron hace dos meses una nueva entrega, esta vez de 250.000 dólares.

Las dos familias echaron mano de sus últimos recursos y abrieron una suscripción popular, en la que se recaudaron 14 millones de pesetas (unos 75.000 dólares), gracias en parte a la alarma causada por la amenaza de los secuestradores de ejecutar a sus rehenes si no se pagaba el rescate en el plazo de 72 horas. "Lo que ahora hace falta", afirma Rosa Marquina, "es restablecer la comunicación y hallar una vía adecuada para entregar los 250.000 dólares, pero nunca sin una liberación previa. No después de lo ocurrido tras el primer pago".

No hay secuestro sencillo, y el de Tremiño y Rodríguez no es una excepción. Al contrario, resulta especialmente complicado. Por su duración, un año ya, el más largo de extranjeros en la república caucásica. Por la complicada situación política, que ha costado recientemente el cargo a los dos máximos responsables de los esfuerzos para liberar a los dos empresarios: los ministros de Interior y de Seguridad. Y por el efecto checheno: se da por seguro que ambos se encuentran en el desfiladero de Pankisi, y que al menos parte de sus secuestradores son chechenos, aunque no hay ningún indicio de que hayan sido trasladados a la vecina república independentista rusa.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de noviembre de 2001