El Gobierno de Colombia anunció ayer la suspensión de las negociaciones de paz con la guerrilla de las FARC por falta de acuerdos, y dio 48 horas de plazo a los jefes del grupo rebelde para que abandonen la zona neutral establecida en 1998 en el sur del país. El anuncio lo hizo el alto comisionado presidencial para la paz, Camilo Gómez, tras fracasar una reunión de dos días en la zona de distensión, en la que se buscaba reactivar el proceso de negociación establecido en 1999, estancado hace tres meses. A pesar de ello, un portavoz de la guerrilla desmintió esta versión.
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Los colombianos terminaron el miércoles sin tener muy claro si se había roto o no el proceso de paz iniciado por el Gobierno de Andrés Pastrana hace tres años con las FARC, el grupo guerrillero más numeroso y antiguo del país. A las cuatro de la tarde, después de un tenso día de conversaciones en el que las partes buscaban una salida al proceso estancado desde octubre pasado, el alto comisionado de paz, Camilo Gómez, leyó un corto comunicado. "Después de oír a las FARC en sendas rondas de discusión, el Gobierno entiende que el grupo insurgente no continúa en el proceso de paz". Aseguró también que las FARC le pidieron 48 horas para abandonar la zona desmilitarizada que sirve de escenario a los diálogos.
Desmentido de las FARC
Sus palabras fueron interpretadas como el fin de unas conversaciones que no han logrado avanzar en tres años.
Una hora después, Raúl Reyes, portavoz de las FARC, desmintió al comisionado de paz. "Camilo Gómez le mintió al país", dijo con visible preocupación. "Le echó más combustible, de manera intencional, a la hoguera". Reyes insistió en que su organización no se levantó de la mesa, ni pidió 48 horas para evacuar la zona de distensión. "Esperamos la respuesta del presidente hasta el 20 de enero", remató. Ese día vence la vigencia de la zona despejada.
Al cierre de esta edición llegaban al Palacio de Nariño los miembros del Frente Común por la Paz, llamados con urgencia por Pastrana. Se anunciaba también una alocución presidencial para las ocho de la noche, hora local.
La noticia llenó de incertidumbre al país -al punto de anunciarse efectos sobre la cotización del dólar-, y las fuerzas armadas se declararon en estado de alerta.
"El Gobierno perdió el control del proceso. Pero no podemos clausurarlo", dijo Carlos Lozano, director del semanario comunista Voz, que actúo como miembros de una de las muchas comisiones que se han creado para oxigenar el proceso.
El problema que puede llevar al traste la posibilidad de una salida negociada reside en la decisión del Gobierno de establecer controles en la zona de distensión. A falta de normas claras -no se establecieron desde un comienzo-, la guerrilla ha manejado este territorio a su antojo.
El pasado 7 de octubre, el Gobierno, además de decretar por décima vez la prorroga del territorio de paz, anunció controles militares alrededor del área y sobrevuelos. Acabó también con los permisos para que los extranjeros pudieran entrar y salir libremente de estos cinco municipios de llano y selva, al sur del país.
Desde hace una semana, las partes trataron de buscar un acuerdo para descongelar el proceso. Fue imposible: el Gobierno insistió en mantener los controles y los generales anunciaron refuerzos. Las FARC no dieron su brazo a torcer. Para ellos las medidas los ponen en riesgo de una incursión paramilitar y como dijo Manuel Marulanda, Tirofijo, comandante de las FARC, en carta a Pastrana, "los controles lesionan el desarrollo normal del proceso de paz".
En la carta conocida el martes, Tirofijo insistió en una cumbre de poderes y representantes de los empresarios e iglesia, "para que éstos digan qué están dispuestos a negociar a favor de la paz con justicia social". Planteó además un nuevo cronograma a discutir en caso de superar la "actual coyuntura", teniendo como primer tema el desempleo y el establecimiento de un seguro de desempleo.
El pasado fin de semana, los obispos declararon que sólo "un milagro" salvaría la opción del diálogo. En los dos últimos días, James Lemoyne, el asesor especial de la ONU, dio una opción de salida: "La crisis de hoy es suficientemente aguda y la falta de confianza es tal que la mesa necesita ser reforzada por una tercera parte".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 10 de enero de 2002