Hoy, a las 21.30 en Colombia (2.30 de mañana en España), se definirá la suerte del proceso de paz con las FARC. A esa hora vence el plazo dado por el presidente, Andrés Pastrana, para que el grupo guerrillero flexibilice su posición y se alcance un acuerdo. "Si para entonces las gestiones no producen un resultado satisfactorio", el Gobierno asumirá que las FARC no quieren más diálogo, advirtió Pastrana.
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El jueves por la noche, Pastrana señaló su reloj, marcaba las 9.30 de la noche y fijó dos plazos de 48 horas. Si el de hoy termina sin acuerdo, a pesar de la mediación internacional encabezada por James Lemoyne de la ONU, comenzará a correr el segundo para que las tropas de Manuel Marulanda Tirofijo abandonen la zona en la que vivieron, lejos del asedio del Ejército durante los últimos tres años. La corta alocución presidencial, aclaró la situación tras dos días de mensajes ambiguos en los que el Gobierno y las FARC se pasaron el balón de la responsabilidad de una ruptura. Sobre los hombros de James Lemoyne, un norteamericano que asumió el primero de enero como delegado de la ONU para la paz en Colombia, quedó la posibilidad de una salida negociada. Las negociaciones entre las FARC y Lemoyne continuarán hoy, después de dar por concluida la primera reunión de ayer para relanzar el proceso de paz, según informó anoche el propio Lemoyne. "El encuentro ha sido muy importante y constructivo", según los negociadores de las FARC.
Las dos posiciones son duras y reflejan un diálogo de sordos: Pastrana ha reiterado que los controles en la periferia de la zona de distensión "no son negociables". Las FARC, en su último comunicado, hablan de "revisar" y en otro punto de "levantar" las medidas -sobrevuelos, retenes, restricciones a las visitas de extranjeros-, e insisten en que el Gobierno aclare si los considera como una organización terrorista "para evitar pretextos intervencionistas a Estados Unidos". El Gobierno le ha devuelto esta pregunta muchas veces: "Es la guerrilla la que se define a sí misma con sus actos: como subversión política, como terrorista o como narcotraficante".
El salvavidas colocado al proceso generó en unos esperanza y en otros escepticismo: "Veo esta mediación coyuntural difícil pero no imposible", dijo el ex negociador oficial Luis Guillermo Giraldo. Para este liberal, las FARC se habían vuelto "confiadas". Giraldo aplaudió la respuesta dura de Pastrana a la actitud "insolente" de las FARC que el miércoles, antes de conocerse el ultimátum, aseguraron: "Quien debe regresar a la mesa es el Gobierno, no las FARC". Antonio Navarro, ex guerrillero y hoy congresista, no se muestra optimista. No cree que la guerrilla ceda presionada por un plazo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 12 de enero de 2002