El milagro se hizo: el proceso de paz con la guerrilla de las FARC revivió apenas cuatro horas y media antes de decretarse su muerte definitiva. A las cinco de la tarde de ayer, Daniel Perfait, embajador de Francia, en nombre de los países amigos leyó el breve documento salvador, aprobado de antemano por el presidente Andrés Pastrana y por Manuel Marulanda Tirofijo, comandante en jefe de las FARC. En él, las dos partes aceptan que existen garantías para negociar y se comprometen a llegar, "en breve plazo" a acuerdos que signifiquen una disminución de la intensidad del conflicto.
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"El grupo de países facilitadores expresa que existen las condiciones para iniciar, de inmediato, la negociación", remató Perfait. Vinieron luego la aceptación de Naciones Unidas, la de las FARC, la disposición de la Iglesia a acompañar el proceso, los aplausos y vivas a la paz. Terminaron así, cinco días de tensión, de mensajes ambiguos, de ultimátum.
"Vamos a tener que declarar a los delegados internacionales santos, por decreto. Es un milagro que se hubiera detenido la espada de la guerra", dijo Antonio Navarro congresista y ex dirigente del desmovilizado M-l9.
Los protagonistas fueron los embajadores de los llamados países amigos -España, Francia, Canada, Cuba, Italia, Noruega, Suecia, Suiza, México y Venezuela-; James Lemoyne, delegado de Naciones Unidas, el nuncio y el presidente de la conferencia episcopal.
El comunicado salvador se remite al llamado Acuerdo de San Francisco de la Sombra, firmado en octubre pasado. Tiene como primer tema de la agenda, el del cese de fuego para llegar a una disminución de la intensidad del conflicto, incluido el secuestro y la lucha oficial contra el paramilitarismo. Éste a su vez esta enmarcado en el llamado Documento de los notables que habla de un cese al fuego de seis meses, durante el cual no habrá ataques ni secuestros, se agilizarán las negociaciones de los temas de la agenda común.
El lunes fue un día de horas largas y tensas. En la zona de distensión los alcaldes llamaban a la calma, el comandante de las Fuerzas militares, general Fernando Tapias, reiteraba que sus hombres estaban listos para regresar a los cuarteles que abandonaron en noviembre de l998.
Al cierre de esta edición se esperaba una alocución presidencial para notificar la decisión que impidió que se repitiera la historia de 1992 cuando en Tlaxcala, México, terminó el anterior intento por lograr la paz con la guerrilla más antigua del país.
Una corta oración y la bendición del nuncio apostólico y del presidente de la Conferencia Episcopal, que se unieron al mediador de la ONU y a los embajadores de los países amigos del proceso de paz de Colombia, habían dado inicio a la reunión con las FARC, de la que se esperaba "un milagro", que finalmente llegó.
"Estamos trabajando de forma constructiva y vamos a seguir en el empeño" , había dicho durante la tarde el delegado de Naciones Unidas, James Lemoyne. Este norteamericano ha sido una pieza clave en el esfuerzo internacional por evitar que se repita la historia de 1992 cuando en Tlaxcala, México, terminó el anterior intento del Gobierno colombiano por lograr la paz con la guerrilla más antigua del país.
La situación había sido muy tensa durante toda la jornada. A mediodía, el comandante de los paramilitares, Carlos Castaño aseguró, en tono desafiante, que sólo una declaración de cese de hostilidades del jefe de las FARC de cese de hostilidades, detendría el avance de sus hombres a la zona de distensión. "Vamos a enfrentarnos militarmente a las FARC", dijo el temido jefe paramilitar, que aseguró que respetará a la población civil: "Es gente honesta que ha tenido que convivir con la guerrilla". Numerosos observadores destacan que ha sido el dejar que camparan por sus respetos estos grupos de la ultraderecha una de las posibles causas del fracaso de una solución negociada al conflicto que enfrenta Colombia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 15 de enero de 2002