"El mundo cambió; el único paraguas que tienen ahora las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para que no sean calificadas como narcoterroristas es la negociación. Si se levantan de la mesa, son talibanes", dijo a este diario Augusto Ramírez Ocampo, convencido de que en el último minuto las FARC echarán atrás su decisión de romper definitivamente el proceso de paz. "Si se quitan ese paraguas, quedan a la intemperie", subraya.
Augusto Ramírez, antiguo embajador, ex ministro y una de las personas más autorizadas en el análisis de negociaciones de paz, ha mantenido el optimismo en estos días de crisis.
Para él, la intervención de la comunidad internacional -el domingo los embajadores de los l0 países amigos tuvieron un largo encuentro con el presidente de Colombia, Andrés Pastrana- ofrece "signos claros que permiten el optimismo".
Su experiencia en procesos de paz en diferentes países de Centroamérica le da argumentos para creer que las cosas se arreglan en el último momento y que todos guardan sus cartas hasta el final.
Ramírez Ocampo, como muchos otros, tiene claro que el esquema aplicado hasta ahora en el proceso de paz, que se ha desarrollado durante los últimos meses, debe quedar atrás y es necesario que nazca uno nuevo.
Cuestiones de fondo
"El que teníamos hizo crisis; la opinión pública nacional e internacional no creen en él". Y señala los cambios que debe tener: no más paz en medio de la guerra; zona de distensión pero con verificación internacional; no más instrumentos dilatorios que lo mantengan enredado en temas de procedimiento y avanzar en cuestiones de fondo.
¿Hubo presión desde Estados Unidos para que el presidente Andrés Pastrana asumiera una posición dura? Ramírez dice que no. "Lo que trata el Gobierno es de cubrirse la espalda con apoyo que le permita afrontar la guerra en caso de ruptura total".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 15 de enero de 2002