Los informáticos nos hemos convertido, en cierta manera, en un colectivo semejante al de los médicos. Es muy normal que se te acerque no ya un amigo, sino un simple conocido y te pida consejo sobre el tema más inesperado: 'Se me ha quedado colgado Windows, ¿qué hago?'. '¿Merece la pena un Celeron?'. '¿Instalo un cortafuegos en mi empresa?'. 'No me puedo conectar a Internet, ¿qué ha pasado?'. 'Creo que tengo un virus, ¿formateo el disco duro?'. 'No arranca mi PC, ¿alguna idea?'...
Sin embargo, a los médicos sólo los muy caraduras les piden que les diagnostiquen sobre la marcha o que les receten medicinas en plena calle.
Pero con los informáticos no hay mesura, quieren que vayas a su casa y les soluciones el problema ipso facto. Lo más curioso es que nosotros también nos especializamos, y en ocasiones no tenemos ni la más remota idea de lo que nos preguntan.
Algunos, ante la falta de soluciones inmediatas, se te quedan mirando con una cara, como pensando: '¿Y tú has estudiado una carrera de seis años? ¡Venga ya!'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 16 de enero de 2002