Durante la última campaña electoral creo recordar que el lema de los nacionalistas del PNV fue 'ser para decidir', aunque, por lo visto después (anuncio de referéndum varios) algunos lo han debido entender al revés: decidir para ser. Pues bien, yo defiendo lo del ver para creer. El otro día, el portavoz del PNV en el Congreso, Iñaki Anasagasti, acusó al Ministerio de Asuntos Exteriores de impedir con malas artes que los líderes europeos visitaran Euskadi; de hecho, el presidente del Bundestag alemán había suspendido recientemente una visita a Gernika. Y pienso yo: ¿no será que el dignatario alemán se ha enterado de cómo las gastan los chicos de la gasolina? Su última actuación en la villa foral fue bastante espeluznante ¿no creen?
Casi al mismo tiempo, el portavoz del Gobierno vasco, señor Imaz, se descolgó con unas insólitas declaraciones achacando a la bonanza económica y a la reducción del paro la escasa participación en la nueva promoción de la Ertzantza, obviando la razón principal, que como todos sabemos es el miedo a que les asesinen. Por si fuera poco, el lunes mismo, el consejero de Justicia, Joseba Azkarraga, argumentaba que era la querencia por sus lugares de origen la cuasa de que 14 jueces del País Vasco hayan pedido el traslado a otras comunidades (tampoco se han cubierto 8 de las 10 plazas ofertadas). Claro, el vivir amenazados de muerte y sin libertad no debe ser un obstáculo relevante a juicio del consejero.
No sé si conseguirán engañarse a sí mismos, pero, parafraseando a Aristóteles, a los ciudadanos nos ofenden doblemente: primero pretendiendo engañarnos y segundo llamándonos idiotas por suponernos capaces de creer tan burdas mentiras.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 16 de enero de 2002