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La madre de los niños de Murcia confiesa que los mató tras tomar "mucho whisky y coca"

El marido estudia personarse como acusación

Francisca González, la madre de los dos niños estrangulados la madrugada del sábado en Santomera (Murcia), confesó ayer que fue ella quien los mató y que lo hizo tras ingerir "mucho whisky y mucha coca", según relató la fiscal. Tras el entierro de Francisco Miguel y Adrián Leroy, de seis y cuatro años, el domingo, Paquita, de 35 años, fue detenida por agentes de la policía judicial y conducida a la comandancia de la Guardia Civil de Murcia. Allí, asistida por su abogado, Cándido Herrero, reconoció que fue ella quien había estrangulado a sus hijos con el cable de un cargador de móvil.

La confesión de Francisca se conoció en la mañana de ayer, mediante un comunicado de la Delegación del Gobierno en Murcia. Su madre se enteró por la prensa de que su hija se había autoinculpado: "¿Mi Paqui? ¡Otra loca más en mi familia!", sollozaba. Según fuentes de la investigación, una hermana de la presunta parricida estuvo internada hasta hace poco tiempo en un psiquiátrico y ahora vive con su madre.

Durante toda la mañana, Paquita permaneció en las dependencias de la Comandancia de la Guardia Civil para ser examinada por psiquiatras y psicólogos. Fuentes cercanas a la investigación afirman que el móvil del doble asesinato fueron los celos y el deseo de venganza hacia su marido, José Ruiz. Él, camionero de profesión y que se encontraba en Francia cuando ocurrieron los hechos, también fue detenido el mismo domingo acusado de tenencia ilícita de armas después de que se le encontraran una pistola Mágnum y cinco cartuchos en su vehículo. Poco después era puesto en libertad tras entregar voluntariamente el arma. A primera hora de ayer, volvió a presentarse en la Comandancia de la Guardia Civil acompañado de un hermano de su mujer. Salió con una bolsa con ropas. Según informó a Efe el abogado de José Ruiz, éste estudia personarse como acusación particular en la causa.

A las cinco de la tarde, Paquita González salía de las dependencias de la Guardia Civil en un coche de cristales ahumados. Acompañada de su abogado y de la miembro de la Policía Judicial que le tomó declaración, fue conducida hasta el Palacio de Justicia. Allí fue recibida con gritos de "¡asesina, asesina!" que profirieron algunos congregados. En la sede judicial trabaja como administrativa una de sus hermanas, precisamente la que la ha acompañando estos dos días. Empujada por sus acompañantes y con un trapo negro cubriéndole parte del rostro, logró llegar hasta la segunda planta en medio de los destellos y las luces de las cámaras.

Paquita declaró durante tres horas en presencia del titular del juzgado de instrucción número cinco. Había relatado el sábado que alguien había entrado en su chalé tras romper una ventana y la había rociado con un aerosol paralizante. Pero la tesis del robo "se caía por su propio peso", dijo ayer la fiscal del caso, Ángeles García, quien añadió que la mujer declaró "entera". "No se ha desmoronado ni llorado", en ningún momento "ha dicho que se arrepiente. Creo que no es consciente de su situación", puntualizó. La madre de los niños, según la fiscal, dijo que "no se acuerda de nada en relación al periodo en que mató a sus hijos", y que esa noche "se tomó dos pastillas para dormir, mucho whisky y mucha coca".

Paquita González, que previsiblemente será juzgada por un jurado popular, se enfrenta a una pena de un mínimo de 30 años de prisión, 15 por el asesinato de cada uno de los hijos. Hacia las 20.30 de ayer, Paquita fue trasladada a la prisión de la Sangonera, a unos 15 kilómetros de Murcia, donde permanecerá vigilada y en la enfermería para evitar que se autolesione o sea agredida por otras reclusas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 22 de enero de 2002